junio 18, 2012

GUSTAVO HERNÁN GÓMEZ PELÁEZ

Líder Político, Cívico, Comercial, Ganadero, 
Agricultor, Hotelero y Religioso de Fundación.





Don Hernán, como era conocido popularmente, nació el 19 de enero de 1934, en Carolina del Príncipe, Antioquia

Realizó estudios en el Instituto Técnico Industrial Pedro J. Berrío de Medellin.

Se vinculó a Fundación en 1961, fundando la Cacharrería Cartagena desde donde desplegó una importante actividad empresarial. 

En los años 70 contribuye al desarrollo arquitectónico y comercial de Fundación construyendo un destacado edificio, dando apertura en el mismo a un novedoso almacén de autoservicio como lo fue el Centro Comercial, al igual que una residencia denominada El Viajero. En ese edificio también abrió sus puertas el antiguo Banco Ganadero. 

En los años 80 construyó un nuevo e imponente edificio al lado del primero destinado igualmente al comercio, la hostelería y a la vivienda en arriendo.

Fue miembro del Concejo Municipal en seis (6) periodos: 1974-1976, 1976-1978, 1984-1986, 1986-1988, 1990-1992 y 1992-1994 (murió ejerciendo como concejal electo), igualmente fue Diputado del Departamento del Magdalena y Representante a la Cámara por el Partido Conservador Colombiano.

Así mismo fue presidente del Comité Ganadero, del Directorio Municipal Conservador y de la Junta de Acción Comunal del Centro.

Aficionado al deporte y a la música, generoso con las obras sociales y con los más necesitados.

Constituyó una hermosa familia con Margoth María Cortizzo Calderón (fallecida 20 agosto 2023). Frutos de esa unión: Gustavo Hernán, Jesús Mauricio, Diana Patricia y Germán Arturo.

En la trágica mañana del 21 de junio de 1992, luego de haber asistido a la Santa Misa de 6 am de la Iglesia San Rafael, un día del padre y de Corpus Christi, fue vilmente asesinado en la calle 5 entre carreras 7 y 7a. 

El día de la posesión 
de Quique
Para la época de su crimen ostentaba la calidad de Concejal Municipal y había contribuido con determinación a la elección como alcalde municipal de Fundación de su discípulo político Rafael Enrique Alvarez García.

Su muerte consternó a toda Fundación y tuvo el sepelio de más alta concurrencia y recordación en toda la historia del municipio. 

Uno de sus asesinos fue dado de baja por la Policía y su cuerpo fue arrastrado y quemado por la población enardecida.

Su muerte continua en la impunidad. El Consejo de Estado recientemente, en el año 2012, halló responsable a la Policía Nacional de una falla en el servicio en la seguridad de don Hernán, puesto que el día de su asesinato no contaba con la seguridad que le estaban prestando fruto de las amenazas que venía recibiendo tanto de la subversión como de la delincuencia.


HONORES

Calle 5
En honor suyo llevan su nombre: La calle 5 del municipio de Fundación, puesto que fue en la misma donde derramó su sangre; el estadio de Softbol municipal, y una sede educativa ubicada en el barrio 16 de julio frente a la feria ganadera.

Su hijo Jesús Mauricio ha seguido sus pasos en la política y fue elegido al Concejo Municipal para el periodo 2012-2015.



OTRAS GRÁFICAS




Con su gran amigo el P. Arévalo

En proselitismo político 


Fue miembro de ACOFUN


junio 05, 2012

INAUGURACIÓN PRIMER TRAMO DEL FERROCARRIL DE SANTA MARTA

El 24 de Junio de 1887 se inauguró el primer tramo entre Santa Marta y Ciénaga del Ferrocarril de Santa Marta

El día de la Inauguración
Manuel Julian de Mier en el centro

El Ferrocarril de Santa Marta, la obra más importante para el desarrollo de este departamento en el siglo IXX y que provocó el surgimiento de muchas poblaciones entre ellas Fundación fue inaugurado en su primer tramo el 24 de junio de 1887. Este día hizo su entrada a la ciudad de San Juan del Córdoba (Hoy Ciénaga) la locomotora “Rafael Nuñez” con el propósito de ser colocada en servicio entre el tramo Santa Marta - Ciénaga.

En medio de una numerosa concurrencia y entusiasmados los espíritus por la realización de parte muy importante de esta obra redentora, se pronunciaron los siguientes discursos:


Discurso de 
Manuel Julián de Mier
accionista de la Obra

“Señor Gobernador, respetable público.”

“Sin ninguna desgracia que lamentar y venciendo dificultades insuperables de todo género, tenéis aquí terminado el Ferrocarril que une esta importante ciudad con la de Santa Marta.

Tengo la confianza que esta obra civilizadora pronto llegará a El Banco, quedando así cumplidos por una parte los compromisos de la empresa, y por otra los más vehementes deseos del que habla y del honorable socio Sr. Robert August Joy, el progresista infatigable, á quien debemos la primitiva idea de una línea férrea entre Santa Marta y el río Magdalena.

Sr. Gobernador: vos debéis estar de plácemes, porque bajo vuestro ilustrado gobierno tenéis el honor de inaugurar en este día del Ferrocarril de Santa Marta en su primer término.

Permitidme que en esta fiesta del progreso lamente la ausencia del patriota eminente Sr. General D. José María Campo Serrano, verdadero apoyo de esta importante obra, sin cuyos esfuerzos y eficaz concurso su realización habría sido quizás imposible.

Debemos esperar, y me atrevo á asegurarlo que, podemos confiar en que el ilustrado Presidente de la República Dr. Rafael Nuñez, prestará también su valiosa cooperación para la realización de tan importante Empresa.

Habitantes de la Ciénaga: Aquí tenéis las obra de vuestras aspiraciones, la cual abre a este pueblo risueño porvenir en su desarrollo comercial, industrial y agrícola. Yo me congratulo con vosotros.

Séame permitido antes de terminar, manifestar a nombre de mi Honorable socio el Sr. Robert A. Joy y en el mío propio, nuestro reconocimiento a los señores Luaces, Caicedo y Taylor y demás empleados que con su consagración como activa energía han contribuido a la realización de esta Obra.”

“He dicho”

Manuel Julian de Mier


Registros de la construcción de este ferrocarril

Discurso del 
Gobernador

Quizá en ninguna otra ocasión tendrán nuestras poblaciones causas más justas de entusiasmo que en este día. Rebosamos de contento porque se cumple hoy un suceso ansiado ha largo tiempo por el patriotismo, y que hemos venido considerando todos como el más trascendental y eficaz para nuestro engrandecimiento y bienestar. En efecto, la llegada del tren á esta ciudad realiza palpablemente estos dos notables hechos:

1. Funde en una sola dos poblaciones importantes, uniendo así sus intereses materiales y económicos y estrechando más sus vínculos sociales, y

2. Augura la terminación del Ferrocarril en la ribera oriental del Magdalena, dentro de corto tiempo, por los grandes estímulos que ofrece la privilegiada zona que ha de recorrer, y por las facilidades que presentará la carrilera construida. Será pues, no muy tarde un hecho la terminación de este ferrocarril, con el cual nuestro Departamento, pobre y despoblado hoy, vendrá á ser uno de los más prósperos y felices.

Secuestrados ayer del movimiento general de la República por nuestra posición geográfica respecto del río Magdalena y diezmadas nuestras poblaciones por le emigración de sus hijos en solicitud de ocupación productiva, despertamos desde hoy, Señores á una nueva y consoladora vida.

Señor Mier: 

A nombre del Gobierno y del pueblo del Magdalena, os presento, y por vuestro conducto al Sr. Joy, mis fervorosas felicitaciones por la obra de redención cuya primera jornada habéis realizado felizmente; y me congratulo con todos mis conciudadanos por este fausto acontecimiento.

Vos y el Honorable Sr. Joy habéis trocado la sosegada vida que exigían vuestros años, por los afanes é inquietudes de los obreros del progreso, y al servicio de esta obra habéis puesto vuestros desvelos, vuestra posición y vuestras fuerzas todas. Justo es, pues, que sea también vuestra la gloria!


Es en verdad sensible vernos privados en esta ocasión de la presencia del Sr. General José María Campo Serrano, quien dio comienzo al trazado de la vía que había ideado realmente el Sr. Joy. Mas no está ausente ciertamente quien así es recordado, y quien de seguro asiste en espíritu á esta fiesta de la Patria natal.


Convencido de la deferencia del Excelentísimo Presidente de la República, por el generoso pueblo magdalenés, confío como vos, en que nos prestará su valioso apoyo para llevar a su término esta vía de importancia verdaderamente nacional.


Como hijo y Magistrado de este Departamento, me siento lleno de júbilo por haberme tocado en suerte gobernarlo cuando se cumple para él un suceso de tanta trascendencia y de tan unánime regocijo.


Sr. Mier: Que el cielo prolongue vuestros días para que tengáis la gloria de ver realizada por completo vuestra empresa.


Señores: Bendigamos á la Providencia que nos ha deparado tan inestimables bienes, y complazcámonos todos los que en alguna manera hemos colaborado en esta obra redentora.”


Martín Salcedo Ramón


Ver también: 


.

junio 04, 2012

RAZONES POR LAS QUE EL TREN TERMINÓ EN FUNDACIÓN


El Ferrocarril de Santa Marta, surgió con la idea de conectar el Puerto de Santa Marta con un punto del río Magdalena, para salirle al paso a la fuerte competencia que representaba para el comercio de Santa Marta el auge que estaba tomando el Sabanilla y Puerto Colombia y Barranquilla, . 

El Contrato inicial entre la Gobernación del Magdalena y la Compañía constructora del Ferrocarril, contemplaba que la línea férrea llegara al municipio del Cerro de San Antonio, luego el Congreso lo cambió por el de Plato, más tarde por El Banco cerca de Tamalameque. Pero para los inversionistas iniciales fue ruinoso el proyecto por los altísimos costos de construcción, por lo que tuvieron que desprenderse de sus acciones en la compañía. 

El ferrocarril en manos de la Yunai.

El ferrocarril pasó entonces a manos de los accionistas de la United Fruit Company, éstos no se interesaron por continuar esta obra más allá del caserío La Envidia (hoy Fundación), ya que su inversión en esta empresa tenía como propósito principal atender el comercio del Banano que ellos habían sembrado en las tierras fértiles y aluviales ubicadas entre Santa Marta y Aracataca. 

Paradójicamente éste incumplimiento fue el que contribuyó a que en La Envidia -Hoy Fundación-, se desarrollara rápidamente una economía vertiginosa y sostenida, además de una explosión demográfica acelerada. Una ventaja de la que gozó por más de 50 año. Fundación al convertirse en el destino final del Ferrocarril de Santa Marta, obligó a que todas las poblaciones vecinas, entre ellas Valledupar, abrieran camino hasta el nuevo poblado, con el propósito comunicarse por un mejor medio de transporte con la Santa Marta, así como el de aprovisionarse e intercambiar bienes y servicios. Esta esquina económica atrajo también a una hojarasca de personas de todo el país y de extranjeros, sobre todo árabes e italianos que huían consecuencias de las guerras en sus países.

LA HISTORIA DE LO QUE PUDO SER Y NO FUE

La construcción de líneas férreas para comunicar las regiones productivas del país con el mar, y con el río Magdalena, fue política del Estado colombiano a mediados del siglo XIX. Esto se vio especialmente desde 1872 cuando se acentuó la idea de construir sólo ferrocarriles por todas partes, y hablar de caminos carreteros o de montañas era visto como una herejía —tal y como lo sostenía el escritor Salvador Camacho Roldan (1973)—.

Colombia entró en la fiebre de los ferrocarriles y perdió casi todo su interés en las carreteras, por un lapso un poco mayor de treinta años. Fue en ese tiempo en el que el Presidente Manuel Morillo Toro buscó entrelazar al río con el mar, con el viejo mundo, con el comercio exterior, en fin, con la civilización, para lo fueron formulados cuatro proyectos férreos a desarrollar en la Costa Atlántica: el camino de tablones y rieles de hierro entre Tolú y Chinú, pasando por Sincelejo y Sampués. El otro era el proyecto férreo para comunicar a El Carmen de Bolívar, como centro tabacalero, con Zambrano, puerto en el río Magdalena. Otro propósito era el de intercomunicar a Cartagena con Calamar, a orillas del río y del canal del Dique y, la línea férrea entre Santa Marta y el margen Oriental del río Magdalena.

Antiguo plano del Ferrocarril de Santa Marta a La Envidia (año 1911).

El proyecto de construir una línea férrea entre Santa Marta y la margen derecha del río, tenía como objetivo conectar la línea con los vapores que surcaban el río Magdalena. El Estado del Magdalena destinó para el proyecto la suma de veinticinco mil pesos, que administró la Sociedad Patriótica de Santa Marta. La línea debía partir del puerto de Santa Marta hacia la ciénaga de Zapayán, con lo que según el proyecto: “habría vida y animación a todas las industrias pues, con el establecimiento de esa vía férrea necesariamente vendrían capitales que darán alimentos a las industrias pecuarias, a la agricultura, al comercio y en general a todas las industrias […]” (Rojano, 2002).

La escogencia de la ciénaga como puerto del tren no era casual, en 1872 la Asamblea Legislativa del Magdalena entregó en concesión, por cincuenta años, a Roberto Joy el derecho a la navegación a través de vapores entre ese espejo de agua y el río Magdalena. Fue a Joy y a Manuel Julián de Mier a quien el Estado del Magdalena entregó en concesión la construcción del ferrocarril.

En la administración estatal del General José María Campo Serrano fue dispuesta la suma de cinco mil pesos para contratar la explotación y levantamiento de planos para tender la línea férrea hasta Heredia, a orillas del río, y después hacia la ciénaga de Cerro de San Antonio. Pero, cuando el concesionario fue la compañía The Santa Marta Railway Company Limited, estos destinos fueron reemplazados por El Banco. Pasados dos años de esta decisión surge otra consignada en el contrato aclaratorio, número 35, suscrito entre el Estado del Magdalena y la compañía, que buscaba llevar la vía hasta cualquier otro punto del río, debajo de El Banco. El lugar escogido fue Plato, sin embargo, The Santa Marta Railway Company Limited no tenía como objetivo tender la línea hasta ese lugar y, como lo veremos, mucho menos hasta el río.

Descartaba este destino sustentada en aparentes estudios, hechos durante diez años, sobre el tráfico y movimiento de carga de los vapores que navegaban por el río en torno al puerto de Plato. Para la compañía el tonelaje total anual que pasaba por el puerto fluvial de Plato no llegaba a las 80.000 toneladas, de las cuales una tercera parte más o menos era transportada por la ruta de Cartagena y dos terceras partes por la ruta de Barranquilla. Decía la compañía: “Prolongando el ferrocarril de Santa Marta hasta el río Magdalena, no es muy probable que se le conseguiría desviar hacia él, más de la mitad del tráfico y para esto indudablemente sería necesario trabajar algunos años” (“El ferrocarril del Magdalena”).

En fin, para la compañía llevar el tren hasta la orilla del río se constituía en un gravamen para el tesoro nacional, una pérdida al fisco departamental y una carga para la Compañía sin utilidad ni beneficio para nadie.

El tema fue materia de debate en la Asamblea departamental del Magdalena, para 1911, en el que el Gerente de la Compañía, P. H. Marshall, aceptó que el ferrocarril no había llegado al río Magdalena, pero que con la extensión de los rieles hasta Fundación habían logrado que buques regresaran de manera continua al puerto de Santa Marta. 

También dijo a los diputados que antes que seguir empeñados en llevar los rieles al río, era preferible extenderlos hacia el valle de Ariguaní, con lo que se fomentaría la agricultura y la ganadería en las sabanas de Camperucho, los Venados y el Diluvio, y se estimularía la explotación de las minas de cobres de Camperucho que estaban abandonadas por la imposibilidad de sacar el mineral a los puertos del mar. Se refirió a las tierras adyacentes a Plato, por donde iría la línea, a las que identificó como despobladas y estériles, comparándolas con las tierras fecundas de Fundación y de Ariguaní. El argumento del concesionario se resumía en una pregunta que hizo ante los miembros de la duma departamental: “¿Qué sacamos con que el tren venga de Fundación al río Magdalena, atravesando regiones incultas, en donde no hay absolutamente productos que pueda transportar?”.

Foto del ferrocarril en Fundación.


El interés de la empresa era tender la vía del ferrocarril por las tierras baldías de Ariguaní, y de apropiarse de ellas a través de la solicitud de que le adjudicaran trescientas hectáreas de estas tierras baldías por cada kilómetro de línea férrea construida. El proyecto del concesionario se enfrentó a la prohibición que establecía la Ley 104 de 1894, de entregar tierras en la forma que éste pretendía. 

También se enfrentó a la oposición que hicieron en Santa Marta líderes políticos y económicos que hicieron suyas las palabras del Presidente Núñez, consignadas en un mensaje al Congreso, en las que llamaba la atención sobre el peligro y las complicaciones que veía para el país con la política de entrega de tierras a los concesionarios.

Según Julio Hoenigsberg de haberse construido el ferrocarril entre el puerto de Cartagena y la ribera occidental del Magdalena (Calamar), antes que el Ferrocarril de Bolívar, el golpe para Barranquilla habría sido fatal para su progreso. Parafraseando a Hoenigsberg debemos admitir que el incumplimiento del proyecto de comunicar a Santa Marta con el río, fue un golpe fatal para el desarrollo económico del bajo Magdalena y del puerto de Santa Marta, esto representó irónicamente el surgimiento y desarrollo del corregimiento de La Envidia, el cual en 1923 cambió su nombre por Fundación y hoy es el municipio del mismo nombre. Y frente a la rigurosidad de los hechos cumplidos, solo cabe señalar que el fallido proyecto de extender el ferrocarril desde Santa Marta hasta el río Magdalena devela la historia de lo que pudo ser y no fue para una región que aún espera su redención.


INTERVENCIÓN DEL CONGRESO

Por el incumplimiento de la compañía del ferrocarril de extender la línea del tren más allá del entonces corregimiento de La Envidia (hoy Fundación), el Congreso de la República de Colombia le solicita explicaciones a la empresa constructora. 

El gerente de la compañía Mr. Philip Henry Marshall, el 13 de Agosto de 1915 expone ante el Congreso las razones de su incumplimiento, aduciendo mayoritariamente interpretaciones acomodadas al contrato celebrado. 


DISCURSO DE LA COMPAÑÍA ANTE EL CONGRESO 
Agosto 13 de 1915

Exposición al Honorable Congreso de la República por parte del gerente del Ferrocarril de Santa Marta:

Honorables Senadores y Representantes: Muy atentamente tengo el honor de haceros, en nombre de The Santa Marta Railway Company. Limited, la siguiente y respetuosa exposición, con el fin de que, si lo tenéis a bien, os enteréis del estado en que se halla el asunto del Ferrocarril de Santa Marta y del el curso que ha tenido, y podáis dictar lo que en justicia y conveniencia halléis del caso.

La Compañía no os pide resolución determinada. Sin renunciar a ninguno de sus derechos, y sin esquivar, como no lo ha esquivado jamás, el cumplimiento de sus deberes, os quiere informar' pero minuciosamente de la cuestión, para que procedáis a sabiendas, aspira a esto y a ser oída, y a nada más

I. ERROR DEL PÚBLICO

Una idea que perturba el juicio sobre este asunto, idea incubada en publicaciones periodísticas que poco o nada saben de él, y en las que acaso hay mano interesada en extraviar el buen juicio público explotando el patriotismo de que, por fortuna, son tan justamente celosos los colombianos, es la idea de que la Compañía ha estado y está pidiendo prórroga para concluir el ferrocarril.

Se cree que se trata de otorgar a la Compañía una gracia, contra lo cual se protesta, y una gracia que se cree erróneamente perjudicialísima para la integridad Nacional.

La Compañía no pide, ni ha pedido, ni pide prórroga ninguna, y si la necesitara, virtualmente se la habría concedido ya el poder ejecutivo, en las pasadas administraciones, por medio de actos, tan extraños, dictados contra la Compañía, que ésta, al amparo de las leyes civiles de Colombia y de los principios eternos de justicia y de equidad, se halla con sus obligaciones en suspenso, como se demostrará en otro lugar de este escrito.

No se trata, pues, de otorgar gracia ninguna a la Compañía, sino de resolver un problema muy importante para la Nación y para el Departamento del Magdalena, que es parte integrante de Colombia, y al cual la República ni mira ni puede mirar con desdén.

De ese problema se han ocupado las Asambleas Legislativas y los Congresos, y es sólo por falta de tiempo por lo que no le han dado solución. No puedo ni remotamente suponer que se haya querido procrastinar indefinidamente el asunto para que la Compañía, como entretenida, deje pasar el tiempo y venga la hora en que se pudiera quitarle su empresa. Tal táctica no sería de buena fe, y por eso no la puedo creer. Bien miradas las cosas, resultaría hoy tal táctica infructuosa, porque, repito, hay actos y omisiones tomados contra la Compañía que han suspendido indefinidamente sus obligaciones, contra su voluntad.

Este hecho, que es de la mayor importancia, debe tenerse muy en cuenta para que, por falta de conocerlo, no se tome una determinación inconveniente, o no se tome ninguna, dejando indefinidamente las cosas en el estado en que se encuentran, con perjuicio de los intereses y aspiraciones legítimos del Departamento del Magdalena y de los intereses generales del progreso del país.

A dar a los Honorables legisladores de Colombia datos para plantear y resolver el problema en la forma en que tengan por conveniente, va encaminada esta respetuosa exposición.

II. NATURALEZA DEL CONTRATO


El contrato del Ferrocarril de Santa Marta es, desde su iniciación, tripartito o trilateral; en él tienen derechos y obligaciones el Departamento del Magdalena, la Nación y el Concesionario que lo es hoy la Compañía. El primitivo contrato se celebró en 1881 con el Estado soberano del Magdalena, cuyo Gobierno estaba, para ello, autorizado e instruido previamente por una ley de ese Estado. Al celebrarIo, se estipularon prestaciones nacionales; y en tal virtud el contrato se sometió a la aprobación del Poder Ejecutivo de la Unión Colombiana, como se llamaba entonces el Gobierno nacional.

El Poder Ejecutivo de la Unión introdujo al contrato algunas modificaciones y aclaraciones recabando ventajas en favor de la Nación y limitando las obligaciones de ésta, y sometió el contrato, así modificado, a la aprobación del Congreso de la Unión. El Congreso lo aprobó por la ley 53 de 1881. Quedó desde entonces el contrato compuesto de derechos y obligaciones del Magdalena, de derechos y obligaciones de la Nación y de derechos y obligaciones de los Concesionarios; el contrato fue, pues, tripartito o trilateral desde que quedó perfeccionado por las tres partes.

En 1886, la República cambió su régimen federal por régimen central, y los Estados soberanos se hicieron Departamentos nacionales; pero la Constitución, al hacer la transformación, dispuso por su artículo 188 que los Departamentos eran sucesores de los Estados en todos sus derechos y bienes, menos los que, por la misma Constitución, fueron nacionales. El Departamento del Magdalena sucedió de esta suerte al Estado soberano del mismo nombre en los derechos y obligaciones de éste en el contrato del Ferrocarril de Santa Marta, derechos y obligaciones expresamente reconocidos en la ley nacional 53 de 1881 aprobatoria del contrato.

Segundo contrato con el Departamento


En ese mismo año, acabada de dictar la Constitución, el Departamento del Magdalena celebró nuevo contrato sobre el Ferrocarril de Santa Marta con los concesionarios, modificativo del anterior. En el anterior se había pactado con el Magdalena que la línea férrea iría de Santa Marta al Cerro de San Antonio; en el nuevo se pactó también con el Departamento, que iría al Banco. En el antiguo se había fijado un capital de $ 2.000.000 para la empresa y su compra por el Estado por ese precio al cabo de ciertos años de concluida la obra; en el nuevo se elevó el capital a £800.000 Y se fijó en esa suma el precio de la futura compra. Se hicieron otras modificaciones a las estipulaciones nacionales; pero quedó siempre el Departamento nudo propietario de la Empresa. Este segundo contrato, que modificaba otras estipulaciones que eran nacionales, necesitaba, para su perfeccionamiento, la aprobación de la Nación, al efecto, fue elevado al Gobierno, quien lo aprobó con modificaciones y lo sometió al Consejo Nacional Legislativo, quien lo aprobó con algunas modificaciones por medio de la ley 51 de 1887, Los concesionarios aceptaron las modificaciones nacionales.

Aunque el contrato sobre el Ferrocarril de Santa Marta es tripartito o trilateral, como queda demostrado, el gobierno y la Compañía celebraron en 1890, en 1893 y en 1897 otros nuevos contratos sin intervención del Departamento del Magdalena. Esta situación era anómala, y vino a remediarIa la ley 61 de 1903 al aprobar el contrato Abadía-Marshal de 1901 y disponer que tal contrato necesitaba para su validez, la aprobación del Departamento del Magdalena, dada por su Asamblea en la forma legal, en lo relativo a los derechos de ese Departamento como parte contratante. El artículo 15 de las modificaciones introducidas por esa ley fue el que restableció debidamente las cosas a su legítimo estado de Derecho, y dice así: «Art. 15. Este contrato, en cuanto se refiere a los derechos del Departamento del Magdalena, como parte contratante, necesita para su validez del consentimiento de aquella entidad, manifestado en la forma legal por la respectiva Asamblea.

La Compañía aceptó las modificaciones introducidas por dicha ley; pero el Departamento del Magdalena no las aceptó hasta 1911 por medio de su ordenanza número 3. Esa ordenanza no empezó a regir sino dos meses después de su promulgación, como toda ordenanza departamental en que no se dispone lo contrario, y fue acusada ante el Poder Judicial, quien anuló uno de sus artículos en primera instancia y nada ha resuelto en segunda. Sí tal ordenanza no es en definitiva anulada por la Corte Suprema, el contrato aprobado por la ley 61 de 1903 no vino quedando consentido por una de las tres partes contratantes -el Departamento- sino en junio de 1911; sólo entonces quedó perfecto el contrato y empezó a ser obligatorio para todas las tres partes. Antes, no.

III. ESTIPULACIÓN NACIONAL

En el contrato de la ley 61 de 1903 se estipuló la obligación nacional sobre navegación en los caños entre la Ciénaga grande de Santa Marta y el Río Magdalena, y se fijó a la Compañía un plazo para cumplida. En ese mismo contrato se estipuló por segunda vez el cambio de ruta de la línea férrea para llevarla a Plato en vez de al Banco, como se había estipulado con el Departamento en el contrato de la ley 51 de1887, y se fijó el plazo de ocho años para llevarla allí.

La Compañía cumplió inmediatamente con la obligación nacional sobre la navegación en los caños y la ha estado cumpliendo religiosamente. Respecto a la obligación departamental de llevar el ferrocarril a Plato, la Compañía, aun antes de que el Departamento hubiera aprobado el contrato y, con él, la variación de la línea, se apresuró a cumplir con llevarlo, como lo llevó, a Fundación, teniendo en cuenta, además, que desde allí podía dirigirlo indiferentemente a Plato, si el Departamento aprobaba el contrato, o al Banco, si el Departamento no lo a probaba; y esperó hasta que el Departamento impartiera su aprobación al contrato o la rehusara claramente y en la forma legal.

Pero no estuvo ociosa la Compañía, emprendió el estudio de la línea a Plato. En su exploración y trazado invirtió más de £10.000. Estos trabajos preliminares convencieron a la Compañía de que era un error gravísimo para la Nación, para el Departamento y para el público, construir el ferrocarril a Plato. Ella comprendió perfectamente que tal ferrocarril servía para establecer una ruinosa competencia a los ferrocarriles de Cartagena y de Barranquilla, con lo que se venía a poner, sin provecho para el país, en antagonismo al Magdalena con los otros Departamentos de la Costa, lo cual no era razonable; y que, como el Gobierno debía garantizar el interés del capital invertido, tal ferrocarril, en definitiva, era una ruina. Ha sido no sólo aquí, sino en todas partes, muy frecuente caer en el error al pactar un ferrocarril sin Previos estudios estadísticos, económicos y topográficos del terreno. El señor' Ministro de Obras Públicas, en su memoria de este año, al hablar (páginas 87) de la Red ferroviaria del país, dice:

"La falta de estudio detallado de esta cuestión hace que se emprenda la construcción de vías que pueden ser inconvenientes desde los puntos de vista económico, estratégico u otros." ... "Actualmente es preciso proceder casi a ciegas en asunto tan importante como es éste, por falta de estudios completos sobre la materia, y es posible que se haya cometido más de un error al decretar la construcción de nuestras vías de comunicación."... "Es preferible para el país demorar la construcción de algunas vías hasta que se hayan hecho los estudios completos a ese respecto, a tener que reparar más tarde errores graves y costosos o que lamentar otros irreparables."

Del error cometido al pactar "a ciegas" la continuación del ferrocarril a Plato, fue la Compañía quien se perjudicó con el enorme costo de la exploración y trazado de la línea. Ella ha podido muy bien callarse la boca y nada decirle al Gobierno. Creyó, empero, que su silencio a este respecto sería pecar contra la buena fe y la lealtad que debía observar para con los otros contratantes, principalmente para con el Gobierno quien iba a perjudicarse tan inútilmente con la garantía de intereses y queriendo cumplir con esos deberes de honor y de franca y buena amistad, en 1908, mucho antes de que el Departamento hubiera aceptado el contrato y consentido en él, se dirigió, por boca de sus Directores, por medio de un memorial razonado, con pruebas estadísticas y económicas, al Gobierno, demostrándole palpablemente que se estaba en un error al pretender llevar el ferrocarril a Plato, por lo menos mientras no aumentare suficientemente el tráfico exterior.

Pasaron años y años sin que el Gobierno respondiera sobre el particular. Díjole también la Compañía al Gobierno que, para levantar el capital necesario para la construcción del ferrocarril, necesitaba que se aclarara el punto de si estaba o no estaba en vigor el artículo 16 del contrato primitivo de 1881, que pactaba la venta futura del ferrocarril por $2.000.000, que era el capital primitivamente estipulado para la obra de Santa Marta al Cerro de San Antonio; que la Compañía entendía que tal artículo no estaba vigente, porque la obra se había cambiado desde 1886 y se había cambiado el capital, y porque ese año el Departamento pactó que sólo el Gobierno podía comprar en lo futuro, después de terminada toda la obra, la Empresa, y el Gobierno no aceptó tal cosa y la ley declaró modificado el artículo 16, y por otras razones no menos concluyentes; pero que, como el capital es tímido, era precisa una resolución del Gobierno sobre el particular que dejara las cosas en claro y pudiera la Compañía, en caso de desacuerdo con el Gobierno, concurrir a la Corte Suprema a que dirimiera la diferencia, en cumplimiento de la ley 51 de 1887.

El Gobierno gastó años y años en resolver esta consulta; fue en 1911 cuando dijo que él estimaba vigente tal artículo, estos dos puntos, el cambio de ruta del ferrocarril o el aplazamiento de su construcción a Plato, y aclarar la pretendida vigencia del artículo 16, verdaderamente inicuo si se le estimara subsistente, dieron ocasión a que la Compañía sin perder su ánimo de llevarIa a Plato dentro del terreno debido si el Departamento aprobaba el contrato propusiera al Gobierno bases para modificar, adicional, o aclarar los contratos anteriores.

El Congreso de 1909 y la Asamblea legislativa de 1910 estudiaron el punto sin darle solución en ningún sentido por falta de tiempo, o por cualquiera otra causa, pero sin negar la necesidad de ello.

IV. NECESIDAD DE ARREGLO

Vino el año 1911 y la Asamblea del Magdalena aprobó, al fin, el contrato por su indicada Ordenanza número 3 de ese año. Con esto quedó perfecto el contrato de la ley 61 de 1903; pero la Compañía insistió en sus propuestas, las que se ha tenido el error de creer, aun antes de perfeccionarse el contrato de la ley 61 de 1903, que eran petición de prórroga a los plazos estipulados en ese contrato aún no perfecto!

V. LA LEY 51 DE 1912

En los años de 1911 y 1912 trabajó la Compañía con el Gobierno y con el Congreso por arreglar el asunto, pero tan infructuosamente, que en ese último año el ilustre hombre de Estado que hoy preside la República, siendo entonces Senador, propuso la que fue la ley 51 de 1912:

"Art. 1°: El Gobierno procederá a iniciar y a adelantar, en el más breve término, negociaciones con el representante legal de la Compañía del Ferrocarril de Santa Marta para dar solución amigable a las diferencias que existen entre la Nación, el Departamento del Magdalena y la citada Compañía, en la forma más equitativa, a juicio del mismo Gobierno. "El contrato que llegare a celebrarse conforme a esta disposición, se someterá a la aprobación del Congreso.

"Art. 2. Si en un plazo no mayor de treinta días, a contar desde la sanción de esta Ley, no se pudiere llegar él un avenimiento equitativo, a juicio del Gobierno, éste dictará la resolución administrativa que consultadas las estipulaciones del contrato, y teniendo en cuenta los hechos cumplidos, fuere legal y conveniente, en concepto del Gobierno.

"Art. 3°: Esta Ley empezará a regir desde la fecha de su sanción."

En cumplimiento de esta ley y dentro del término de treinta días que ella señala, la Compañía se dirigió al Gobierno sobre el asunto. El señor Ministro de Obras Públicas, doctor Araújo, obtuvo la autorización presidencial y entró a discutir con el Gerente de la Compañía las bases de un arreglo equitativo y justo. Las bases se acordaron, pero el Gerente fue informado de que el Excelentísimo señor Presidente, doctor Carlos E. Restrepo, no las hallaba satisfactorias.

Se perdió el trabajo, sin culpa de la Compañía, pasados los treinta días señalados en la ley. Se le hizo saber luego a aquélla que el Gobierno aceptaba las bases siempre que se limitara la Construcción del ferrocarril a Fundación, y que la Compañía se obligara a vender a la Nación directamente el ferrocarril por el precio fijado por el Gobierno y tan sólo con un año de aviso.

 El Gobierno de entonces creía que estos eran los términos "justos y equitativos" de que hablaba la ley 51 de 1912: No lo eran, sin duda; porque limitar la obra a Fundación era despojar al Departamento del Magdalena del derecho que tenía adquirido como nudo propietario en la prolongación del ferrocarril; porque pretender que la Compañía vendiera al Gobierno el ferrocarril era otro despojo al Magdalena de sus derechos preferenciales a comprarlo; y porque lejos, muy lejos está de la equidad que el comprador sea quien fije el precio de una compraventa. 

La Compañía se prestaba a lo primero y a lo segundo, siempre que el Departamento lo aceptara; pero le era imposible someterse a lo último, pues ella no encontraba ni justo ni equitativo que se le aplicara a ella una sanción que sólo fue establecida para el caso de mora de su parte, caso en que ella no estaba.

VI. INTERVENCIÓN DEL PROCURADOR

El Gobierno, entonces, dictó la resolución que preveía la ley 51 de 1912, en los siguientes términos:

 "Pase al señor Procurador General de la Nación, con todos sus antecedentes, el memorial presentado el 6 de junio último por los señores Alexander Koppel y Compañía, como Agentes de la Compañía del Ferrocarril de Santa Marta, para que aquel alto funcionario promueva ante la Corte Suprema de Justicia la resolución del contrato celebrado por el Gobierno Nacional con dicha Compañía, y aprobado por la ley 61 de 1903, por falta de cumplimiento por parte de ésta.

"No obstante esta Resolución, el Ministerio oirá las propuestas de transacción que tenga a bien hacerle la Compañía, siempre que estén basadas en las condiciones principales que ha exigido el Gobierno, "Comuníquese y publíquese. El Ministro, "SIMON ARAUJO".

Pasó el expediente al señor Procurador, quien no promovió la demanda que le ordenaba el Gobierno promover, y antes bien según se colige del informe del señor Ministro de Gobierno al honorable Consejo de Ministros, parece que el señor Procurador estaba en desacuerdo sobre el particular con el Gobierno. Así quedó cumplida, en sus dos hipótesis la de tratar, y la de dictar una resolución administrativa "legal y conveniente", la importante ley 51 de 1912, sin efecto práctico alguno, no por culpa de la Compañía.

VII.   COMPAÑÍA SOLICITA TERRENOS BALDÍOS AL GOBIERNO

En tal estado las cosas, la Compañía, en su disposición de llevar el ferrocarril a Plato, pidió al Gobierno le entregarle las fajas de terrenos baldíos de propiedad de la Nación, de Fundación en adelante, necesarias para la línea.

El Gobierno estaba obligado a ello por la ley 53 de 1881. Pero el señor Ministro de Obras Públicas, doctor Araújo, negó a la Compañía tal entrega por resolución de fecha 5 de febrero de 1914. La Compañía pudo haber guardado silencio y dejado que el Gobierno cargara con las consecuencias de ese paso que la imposibilitaba en absoluto de continuar el ferrocarril. Si ella hubiera tenido el ánimo, que tan erróneamente se le ha atribuido en publicaciones superficiales, de no construir el ferrocarril, mejor ocasión que ésta no se le podía presentar para satisfacer sus pretendidos deseos, pero ella no los ha tenido nunca, siempre ha querido cumplir con sus obligaciones y las ha cumplido, y, con la buena fe que la anima y ha animado siempre para con la Nación que es parte contratante y muy distinta del Gobierno y el personal de esta, se apresuró a pedirle al señor Ministro, doctor Araújo, que se sirviera, reconsiderar la resolución en que le negaba las fajas de terrenos baldíos nacionales, indispensables para continuar el ferrocarril, y que se sirviera revocarla. El señor Ministro doctor Araújo negó lo solicitado por la Compañía y quedó ésta, por obra del Gobierno de entonces y sin culpa de su parte, en imposibilidad absoluta de adelantar la construcción del ferrocarril.

VII  NUEVAS GESTIONES DEL GERENTE

Poco después de inaugurarse la presente administración Ejecutiva, recibió, en Santa Marta, el Gerente de la Compañía noticias de que el nuevo Gobierno, compuesto de un personal que dignamente se interesa por el bien del país, entraría a arreglar, ad referéndum, el asunto del Ferrocarril de Santa Marta, El Gerente de la Compañía se vino a Bogotá y empezó laboriosas conferencias con el señor Ministro de Obras Públicas, debidamente autorizado éste para ello por el Excelentísimo señor Presidente.

Por insinuación del Gobierno, se tomó por punto de partida las bases de 1911, ajustándolas en lo posible, a instancias del Gerente, a lo dispuesto por la Asamblea del Magdalena en su ordenanza 48 de 1912.

Puntos departamentales son el cambio de ruta del ferrocarril, la coparticipación del Departamento en sus productos y las obras en Santa Marta y la Ciénaga; los demás indicados en la ordenanza son puntos nacionales.

Los puntos departamentales, menos el del cambio de la ruta, fueron modificados en las bases acordadas con el señor Ministro, doctor Rueda A., motivo por el cual sólo esos se someten a la aprobación departamental. Pero todos ellos fueron sumamente estudiados con el doctor Rueda A., y respecto de algunos de ellos se hizo, por el Gobierno, consulta al honorable Consejo de Estado.

Después de ocho meses de incesante trabajo quedaron las bases acordadas, y el señor Ministro las sometió al honorable Consejo de Ministros.

El señor Ministro de Gobierno, en informe que corre publicado en el número 15531 del Diario Oficial correspondiente al 2 de julio de 1915, opinó que en virtud de la ley 51 de 1912, ya no era el caso de entrar en arreglos con la Compañía, sino de dictar una resolución que declarara limitado el privilegio y el usufructo de la Compañía a la parte construida.

El honorable Consejo acogió estas conclusiones, como aparece del mismo número del Diario Oficial, pero la Compañía elevó entonces al honorable Consejo de Ministros dos memoriales, en el primero de los cuales hace presente que ella no está en mora y que el Gobierno ya dictó la resolución mandada en la ley 51 de 1912, que es la aludida en el punto VI de esta exposición; y en el segundo memorial le manifiesta al Gobierno que ella, por el deseo de arreglar, se presta a la limitación de sus derechos a la parte construida de la obra, pero no a título de sanción, puesto que no está en mora, sino a título contractual, si es que definitivamente se desea que la Compañía no sea quien siga construyendo el ferrocarril.

El Gobierno no ha dado respuesta ninguna a estos memoriales, ni ha dictado tampoco la resolución sobre limitación de los derechos de la Compañía.

La Compañía no está en mora de cumplir con sus obligaciones de prolongar el ferrocarril de Fundación a Plato, entre otras, por las siguiente razones:

Primera. La ley 61 de 1903 dispuso en el artículo 1 de las modificaciones esto: "Art. 1 La Compañía se compromete a construir el trayecto de la línea férrea entre el río Sevilla y la margen meridional o izquierda del río San Sebastián, en el pueblo de La Fundación o cerca de él, y a dar ese trayecto al servicio público dentro del término de tres años. Así mismo se obliga a llevar y dar al servicio público el ferrocarril hasta la rivera oriental del río Magdalena, en la población de Plato o cerca de ella, dentro del término de ocho años. Estos plazos se contarán desde la sanción de la presente ley. Y como esa ley tuvo la sanción constitucional ejecutiva el 31 de octubre de 1903, se concluye, con el criterio más simplicista, que los ocho años de que habla ese artículo expiraron el 31 de octubre de 1911.

Pero esta conclusión no es legítima ni razonable:

 a) En este artículo 1° se estipula el cambio de ruta del ferrocarril del Banco a Plato; con el Departamento se había pactado en 1886 (ley 51 de 1887) que el ferrocarril iría al Banco; luego, sin anuencia del Departamento del Magdalena, nudo propietario del Ferrocarril, no podía cambiarse éste. Así lo vio el legislador, y por eso dispuso, en el artículo 15 de las modificaciones de la ley 61 de 1903, que el contrato necesitaba, para su validez, en lo referente a los derechos del Departamento, la aprobación de éste dada por la Asamblea en la forma legal.

La Asamblea no lo aprobó sino en 1911; luego, desde entonces empezó a ser obligatorio el cambio de ruta del ferrocarril; y desde entonces a hoy no han pasado los ocho años que se dieron de plazo para construirlo a Plato.

Se dirá que el Departamento aprobó en 1911 que dentro de ocho años contados desde 1903 se llevara el ferrocarril a Plato, bajo la sanción de la limitación de los derechos de la Compañía a la parte construida al fin de esos ocho años.

b) Eso no es, sin embargo, lo que dice la ordenanza aprobatoria del contrato; y sí lo dijera, no habría aprobado el contrato, porque éste da ocho años de plazo para construir el ferrocarril a Plato; y si la ordenanza aprobaba el contrato pero con los ocho años empezados a contar desde 1903, es decir, desde ocho años antes, no daría plazo alguno, o lo daría de pocos meses, y no el de ocho años que se estipuló en el contrato.

El argumento, pues, probaría demasiado, porque probaría que el contrato no está aún aprobado por el Magdalena y que aún no han empezado a correr los ocho años estipulados para variar la ruta del ferrocarril.

e) ¿Y qué dice el artículo 1º?. El dice que los ocho años empiezan a correr desde la sanción de esta Ley. ¿Desde qué sanción? ¿Es desde la sanción constitucional ejecutiva, o es desde la sanción que hace la ley eficaz? El artículo no lo dice; hay que interpretarlo.

La interpretación que lleva al absurdo es mala interpretación, y peor la que lleva la ley interpretada a contradecirse consigo misma y a contradecir la equidad y la justicia. Si se toma el artículo 1º en el sentido de que el plazo de ocho años para construir la obra departamental corre desde la sanción constitucional ejecutiva, se llega al absurdo de que esa obligación existe desde esa sanción, por la letra del artículo 1º así interpretado, y de que no existe porque en esa fecha el Departamento no había aceptado la novación que le cambiaba su obra en que es nudo propietario: obligación que a un mismo tiempo existe y no existe es manifiesto contrasentido.

Mr. Philip Henry Marshall

Ver también: Historia del Ferrocarril de Santa Marta



BIBLIOGRAFÍA:

MANUEL JULIÁN DE MIER Y ROVIRA

Fundación le debe su origen al Ferrocarril de Santa Marta

Manuel Julián de Mier y Rovira

El Ferrocarril de Santa Marta no solo fue el motor del surgimiento de Fundación como asentamiento poblacional, sino que también fue el combustible de la próspera economía de Fundación. Ésta villa desde sus inicios se especializó en la actividad comercial y no en la agrícola, por esa razón cuando el cultivo de Banano decayó y llegó la gran depresión económica de los años 30, Fundación no sufrió notoriamente la crisis económica y la decadencia social que sí le tocó vivir a Aracataca y a la Zona Bananera. 

Por estas razones se hace necesario estudiar los antecedentes históricos de la empresa del Ferrocarril y de las personas que se arriesgaron a construir este proyecto ambicioso.

Su principal inversionista e impulsor fue don Manuel Julián de Mier y Rovira (1820-1896), conocido entre familiares como “Papa Piñón”, hijo de Joaquín de Mier Benítez, nieto de Don Faustino de Mier y Theran, último propietario de la Hacienda San Pedro Alejandrino.

Se casó en el año 1849, con la dama Dolores Diazgranados de Soulier, nacida en Kingston Jamaica, el 21 de octubre del año 1821. De este matrimonio nacieron dos hijos: El Marqués de la Santa Coa Joaquín Pedro e Isabel Quintina de Mier Díazgranados. 

La Hacienda San Pedro Alejandrino ubicada a 5 Km de Santa Marta, fue establecida en el año 1608, luego fue comprada en el año 1808, por Don Faustino de Mier y Theran. A finales de la segunda década del siglo XIX, la hacienda es adjudicada a su hijo el hidalgo español Don Joaquín de Mier y Benítez; hombre de negocios, que intensificó los cultivos de caña de azúcar para la producción de la panela, el ron y la miel.

En el año 1874, Manuel Julián de Mier y Rovira, escribió su testamento donde dejó plasmado que en la Hacienda San Pedro Alejandrino, se destilaban todos los años cinco mil cántaros del delicioso Ron Papare.

Hacienda Santa Cruz de Papare: Ubicada en el municipio de Ciénaga Magdalena, a 15 minutos de Santa Marta. En el siglo XVI esta hacienda entró a formar parte del sistema económico llamado Encomienda, fue adjudicada a título de Cédula Real a Don Toribio De La Torre y López. Se convirtió la hacienda en un eficiente centro manufacturero en el que se producían azúcar y alcohol para la exportación. 

Ron Papare: En los trapiches y en la destilería de la hacienda, se produjo el Ron Papare, famoso por su aroma y sabor. De modo que desde el siglo XVI, las haciendas emplearon mano de obra esclava con la finalidad de cultivar caña de azúcar, para producir en trapiches, melaza, panela y ron. 

Tradición de la Hacienda Papare: Al morir Manuel Julián de Mier y Rovira en agosto del año 1896, dejó en herencia a sus dos hijos Joaquín e Isabel Mier Diazgranados, las haciendas Papare, Garabulla y Toribio, cerca de Ciénaga. 

A finales de siglo XIX, Doña Helena Mier de Vengoechea, heredó de su padre Joaquín de Mier Diazgranados y de su abuelo Manuel Julián de Mier y Rovira, la Fábrica de Licores Papare en Ciénaga.

Manuel Julián de Mier y Rovira, heredó las haciendas Papare, Garabulla y Toribio; de sus padres, Joaquín de Mier y Benítez e Isabel Rovira Dávila.

Genealogía de Manuel Julián de Mier

I. DON MANUEL FAUSTINO DE MIER Y THERAN


Nació Don Manuel Faustino de Mier y Theran, en Cádiz España el 16 de febrero del año 1766 y allí mismo se casó con María Teresa Benítez, naciendo de este tronco genealógico Don Joaquín de Mier y Benítez. En el año 1791, cuando Joaquín de Mier y Benítez, tenía 4 años, su padre Manuel Faustino de Mier y Theran (1766-1813), se instaló en Cartagena de Indias, en esta ciudad colombiana se dedicó al comercio con mala fortuna, hasta que a inicios del siglo XIX sufrió su primera quiebra, incidente que le llevó a trasladarse hasta Santa Marta. Establecido en Santa Marta, Manuel Faustino de Mier y Theran tuvo el siguiente recorrido:

- En el año 1803 fue alcalde de Santa Marta.
- En el año 1807 se vio implicado en varias diligencias judiciales como sospechoso de contrabando.
- En el año 1808 compra “La Florida de San Pedro Alejandrino”.
- En el año 1808, volvió a declararse en quiebra.
- En el año 1810 cayó gravemente enfermo a punto de morir.
- En el año 1813, durante la Guerra de Independencia, en un viaje a Caracas para comprar armas para las tropas realistas, cayó prisionero de los bolivarianos y murió en la prisión de Cartagena con 47 años de edad.


Hacienda “La Florida de San Pedro Alejandrino”: La casa de Manuel Faustino de Mier y Theran, ubicada en “La Florida de San Pedro Alejandrino”, a 5 Km de Santa Marta y marcada por un claro estilo colonial, fue construida en el año 1608. Era “La Florida de San Pedro Alejandrino”, un ingenio de trapiche, cañaverales, cocales, otros árboles frutales y 17 esclavos. Fue comprada esa hacienda por Don Manuel Faustino de Mier y Theran, en el año 1808, habitada por él, su esposa y su hijo Joaquín de Mier y Benítez; este último sería en el año 1830, en la misma hacienda, anfitrión del Libertador Simón Bolívar.

II. JOAQUÍN DE MIER Y BENÍTEZ



Joaquín de Mier y Benítez

 Joaquín de Mier y Benítez (1787-1861), llegó a poseer una de las mayores fortunas de Santa Marta, considerado en esta ciudad como un hombre de reputación que actuaba como apoderado de diversos comerciantes de Santa Marta, Cuba y Puerto Rico. Joaquín de Mier y Benítez tuvo en su haber:

- Nació en Cádiz España en el año 1787.
- En los años 1811 y 1814, fue alcalde de Santa Marta.
- En el año 1820, Santa Marta fue tomada por las tropas libertadoras, a partir de entonces Joaquín de Mier y Benítez, hizo suya la causa bolivariana. Así empezó su amistad personal con Simón Bolívar.
- En el año 1817 designado Capitán de Milicias de Santa Marta.
- En la década de 1820, recuperó en subasta judicial “La Florida de San Pedro Alejandrino”, hacienda que había sido de su padre Manuel Faustino de Mier y Theran, en la cual se cultivaba caña de azúcar, cocos, frutales, se fabricaba panela, miel y, los famosos Ron Papare y Ron no me Destape.
- En el año 1822 fue nombrado Teniente de Milicias de Santa Marta.
- En el año 1830 fue ascendido a Coronel de Milicias de Santa Marta.
- Compró casi todas las tierras que se extendían a lo largo de la Acequia de Minca y del Río de Gaira, así como varias casas y solares en la ciudad de Santa Marta.
- Con su hijo Manuel Julián de Mier y Rovira y otros socios, participó en la construcción del Ferrocarril de Santa Marta.
- Propietario de varias goletas y vapores, dedicándose al transporte marítimo.
- Propietario de varios vapores, dedicándose al transporte fluvial por el Río Magdalena.
- En el año 1830 murió el Libertador Simón Bolívar en su hacienda de Santa Marta.
- En el año 1842, estuvo presente Don Joaquín de Mier y Benítez, cuando fueron exhumados los restos de Simón Bolívar.
- En el año 1842 Joaquín de Mier y Benítez compró la hacienda Santa Cruz de Papare, ubicada en Ciénaga Magdalena, frente al mar entre los ríos Toribio y Córdoba.
- Murió Don Joaquín de Mier y Benítez en el año 1861 en Santa Marta.

Matrimonio de Joaquín de Mier y Benítez: 


Se casó Joaquín de Mier y Benítez, con la dama Isabel Rovira Dávila, de cuyo matrimonio nacieron los siguientes hijos:

- Manuel Julián de Mier y Rovira.
- Joaquín José Blás de Mier y Rovira.
- Joaquín Antonio de Mier y Rovira.
- José María I de Mier y Rovira.
- José María II de Mier y Rovira.
- Juan Cancio de Mier y Rovira.

- Además de los hijos extramatrimoniales, Joaquín Antonio de Mier García, Rosario de Mier Mariño, Francisco Faustino de Mier Mariño y Manuel Guillermo de Mier Mariño.

III. MANUEL JULIÁN DE MIER Y ROVIRA


Manuel Julián de Mier y Rovira (1820-1896), conocido entre sus familiares como “Papa Piñón”, muerto su padre Don Joaquín de Mier y Benítez en el año 1861, heredó la hacienda “La Florida de San Pedro Alejandrino”.

Matrimonio de Manuel Julián de Mier y Rovira con Dolores Díazgranados de Soulier: Se casó Manuel Julián de Mier y Rovira, en el año 1849, con la dama Dolores Diazgranados de Soulier, nacida en Kingston Jamaica, el 21 de octubre del año 1821. De este matrimonio nacieron dos hijos:

- Joaquín Pedro de Mier Díazgranados, 
Marqués de Santa Coa,
- Isabel Quintina de Mier Díazgranados.


Manuel Julián de Mier y Rovira fue amante de Isabel Epalza Herrera. Esta había se había casado con su hermano el médico José María De Mier y Rovira. Del matrimonio entre el empresario Manuel Julián de Mier y Rovira con Isabel Epalza Herrera, nació José María Leyva Epalza (1879-1959), quien tuvo dos mujeres, Dilia Noguera y Cristina Margarita de la Hoz Granados.

Muerte de Manuel Julián de Mier y Rovira


En agosto del año 1896, Manuel Julián de Mier y Rovira, fue atacado por un caimán cuando se bañaba en el Río Toribio. El herido fue trasladado en tren desde la hacienda Papare hasta Santa Marta, pero los médicos no pudieron evitar la muerte de uno de los empresarios prósperos de la región, murió a los pocos días.

IV. HERENCIA DE DON MANUEL JULIÁN DE MIER Y ROVIRA


En el año 1874, Manuel Julián de Mier y Rovira, escribió su testamento donde dejó plasmado que en la Hacienda San Pedro Alejandrino, se destilaban todos los años cinco mil cantaros del delicioso Ron Papare. Al morir Manuel Julián de Mier y Rovira en agosto del año 1896, dejó en herencia a sus dos hijos Joaquín e Isabel Mier Diazgranados, las haciendas Papare, Garabulla y Toribio, cerca de Ciénaga Magdalena. 

Manuel Julián de Mier y Rovira (1820-1896), se convirtió en el principal inversionista e impulsor del Ferrocarril del Magdalena y, en la finca Papare, construyó una estación del tren para el embarque de caña, miel, azúcar, alcohol y todos los rones que allí se fabricaban.

Joaquín Pedro de Mier Díazgranados: Hijo de Manuel Julián de Mier y Rovira y Dolores Diazgranados de Soulier. Nacido Joaquín Pedro de Mier Díazgranados, el 29 junio del año 1855 en Santa Marta, quinto marqués de Santa Coa; casado en Cuba en el año 1879, con Leonor de Aldama, con la cual se divorció, teniendo más tarde otras mujeres. El matrimonio entre Joaquín de Mier Díazgranados y Leonor de Aldama, tuvo dos hijos.

Isabel de Mier y Díazgranados: Hija de Manuel Julián de y Rovira y Dolores Diazgranados de Soulier. Nacida Isabel de Mier Díazgranados, el 31 octubre del año 1857, casada con José Galo Alzamora Herrera.

V. HIJOS DE JOAQUÍN PEDRO DE MIER DIAZGRANADOS


Joaquín Pedro de Mier Díazgranados, tuvo dos hijos con Leonor de Aldama:

- Manuel Julián de Mier Aldama.
- Helena de Mier Aldama.

Manuel Julián de Mier Aldama: Casado con Sara Salcedo Campo y fallecido en el año 1972.

Helena de Mier Aldama: Heredó de su padre Joaquín Pedro de Mier Diazgranados la Fábrica de Licores Papare en Ciénaga Magdalena. Se casó Helena de Mier Aldama con Manuel Agustín Vengoechea Ordóñez y falleció en el año 1963.


Escudo de los de Mier


Escribenos: esquinadelprogreso@gmail.com