agosto 10, 2016

CAMILO GEORGE, PRECURSOR DE LOS FESTIVALES VALLENTATOS

El primer festival de acordeones de Colombia lo organizó éste inmigrante Libanés.

CAMILO GEORGE CHATME

En el año 1950 don Camilo George Chatme organizó el primer festival Vallenato de Colombia, y lo patrocinó con artículos de su mismo almacén, convirtiéndose sin pretenderlo en el pionero de este tipo de eventos que hoy engalanan a Colombia.

No es cierto que el primer festival Vallenato en Colombia se haya realizado en Aracataca en el año 1963, existen constancias históricas de que en el año 1950 don Camilo George Chatme, convocó a todos los artistas de la música de Acordeón que frecuentaban a Fundación, para que compitieran y demostrarán quien era el mejor artista entre ellos. Hasta este evento los exponentes de la música nunca compitieron entre sí, solo amenizaban las parrandas con su narrativa costumbrista. 

En Fundación, se juntaban frecuentemente los grandes acordeoneros de antaño, los que comenzaron a difundir el género música de acordeón, más tarde llamado VALLENATO. 

El Ferrocarril de Santa Marta, que cubría la ruta Santa Marta - Fundación todos los días, provocó que esta ciudad fuera el epicentro comercial y cultural del norte del Magdalena, lo que propició que los juglares del Acordeón se dieran cita con mucha frecuencia en esta comarca, ya fuera para tomar el tren rumbo a Santa Marta, o de algún otro punto de la Zona Bananera, o para amenizar las parrandas que se formaban con regularidad en la ciudad. 

En Fundación no era extraño que en el Hotel Buenos Aires se sintiera la ejecución de Luis Enrique Martínez; En el Hotel Ariguaní a Julio de la Ossa, Andres Landero o Emiliano Zuleta; En La Piragua a Abel Antonio Villa; En el Bar la Ola a Juancho Polo Valencia; o en el Hotel León de Oro a otros juglares.

En la carrera 8 con calle 12 de Fundación, existía el hotel Buenos Aires, propiedad del desaparecido Marco Tulio Barrera, en ese lugar y en el bar y billares La Ola de Eugenio Puche, situado en la misma acera pero en la esquina con calle 11, los fines de semana se organizaban verdaderos “festivales” de música de acordeón. Era común verlos tocar juntos, todo un día a quienes más tarde serían los famosos: Alejo Duran, Luis Enrique Martínez, Leandro Díaz, Julio De La Ossa, Andres Landero, Armando Zabaleta, Chema Martínez, Abel Antonio Villa, Pacho Rada, Juancho Polo y otros. En esos lugares se escuchaba el retumbar de las cajas y las melodías de los acordeones de aquellos grandes juglares de nuestra música de acordeón del Magdalena Grande, que alegraban la calle los viernes, sábados, y domingos.

Era la época en que los ricos ganaderos de la región contrataban a estos músicos para que les amenizaran las famosas e interminables parrandas de sus casa que luego terminaban en grandes fracanchelas en sus fincas.

En Fundación, se parrandeaba más con música de acordeón, que en Valledupar u otra parte del país, pues en esta ciudad fue acogido este género musical sin ningún reparo y lo asumió como propio, esto en razón a que el tren propició una hojarasca de inmigrantes europeos y del medio oriente, de ribereños, cachacos, etc, que hicieron de Fundación una ciudad abierta y acogedora.


CAMILO GEORGE CHATME


Camilo George Chatme nació en Jdeideh, Líbano, el 18 de julio de 1912 y falleció en Fundación, el 11 de octubre de 1969. 

Ingresó a Colombia por el puerto de Cartagena en el año de 1928, y dos días después viajó a Barranquilla. Llegó con pasaporte turco, de ahí lo del apelativo de “turco” con el que son conocidos los árabes en Colombia. 

Inicialmente se dedicó a vender mercancías de diferentes géneros por las calles de Barranquilla.

En 1940 se radica en Salamina, Magdalena, donde se casa con Cora González, conocida por sus amigos como “diosa”, y rebautizada por uno de sus nietos como “Tota”. 

De este matrimonio nacen Kemel, Elías, Edgar y Miriam. En Salamina nace Kemel y Elías, y en Fundación Edgar y Miriam. Además tuvo dos hijos extramatrimoniales: Evelio y Gladys.

Don Camilo llegó a Fundación, “Esquina del Progreso” del Magdalena, en el año 1944, donde establece su residencia definitiva con “Tota” y Kemel. Después  de sortear no pocas vicisitudes, abre su negocio que denominó la “Casa George”, una miscelánea propia de la época, en donde se vendía de todo; los primeros televisores, neveras, radios, radiolas, máquinas de coser, bicicletas, motores de energía, motobombas, repuestos eléctricos y electrónicos, discos de 78, 45 y 33 revoluciones por minutos, y acordeones.

Don Camilo integrado a plenitud a nuestra cultura y sobre todo al aún incipiente folclor vallenato, motivado por sus ventas de discos y acordeones, para promocionar sus ventas se le ocurrió la brillante idea de realizar el primer concurso de música de acordeón que se tenga memoria en Colombia, e invitó para ello a los exponentes de este folclor, con el propósito de que demostraran en tarima el talento de sus ejecuciones y la narrativa de canciones y los premió con artículos de su propio negocio.

Este primer festival de Colombia se realizó en el año 1950, los cuales terminaron siendo cinco, convirtiéndose de esta manera en el precursor de los Festivales Vallenatos de este país, dieciocho (18) años después se realiza el primer Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar del año 1968.

Don Camilo departiendo con Nicolas Faillace, 
Silas Pasella y Chanchy Cabana
(El primero de la izquierda)

Los primeros cuatro festivales se celebraron al frente de su almacén, “Casa George”, con la tarima ubicada en la calle 6, entre las carreras 9 y 10.

El último festival organizado por él se efectuó entre lo que es hoy el Banco BBVA y la casa de juegos electrónicos “El Casino”, con la tarima ubicada en la calle 6, entre las carreras 7ª y 8.

Recuerdos de su hijo Kemel

Tota, Kemel, Camilo y Miriam

Kemel George, relata que a comienzos de la década de los 50 su padre organizó el primer festival vallenato en la historia de la música colombiana.

“A él le gustaba mucho el vallenato. Tenía un almacén que se llamaba La Casa George, allí no solo se vendía electrodomésticos, se vendía los famosos discos de acetato, esos de 78 revoluciones”, expresó.

El hijo de este libanés quedó inmortalizado en la historia de la ‘Villa Encantadora’, comentó que en ese tiempo las personas llegaban hasta el almacén y, antes de comprar los discos, los escuchaban; era toda una experiencia, porque reunía a los artistas de Fundación y sus alrededores.

Kemel recuerda que a su padre le gustaba escuchar la música vallenata, el tango y el bolero, “además era un magnífico bailarín, era un árabe, que participaba en los diferentes concursos y siempre ganaba, se hacían unas rumbas, era muy conocido”, dijo.

Para los años 50 Camilo George trajo a Fundación un famoso equipo de grabación, moderno para esa época y desde entonces empezaron los cantantes del pueblo hacer largas filas para entrar a una cabina a grabar, “era una grabadora enorme, agujas de acero que, rompiendo surcos, grababan las melodías. Pero solo se podía hacer un disco, no podía haber copias; eran una joya ese equipo. Entonces los cantantes tenían un reproductor de voz y así escuchaban sus grabaciones, era algo casi extraño”, cuenta Kemel.

Lo anterior tuvo tanta acogida que en el año 1950 a Camilo, el hombre elegante que vestía de lino blanco, se le ocurrió hacer el primer festival vallenato, así el músico que ganaba, él le grababa su disco.

El festival vallenato fue organizado en el segundo piso de su casa, armaba una enorme tarima, tenía bocinas, parlantes, amplificadores, con los músicos y sus instrumentos.

“Allí iban los grandes, conocí a todos esos cantores, yo estaba muy niño y conocí a Leandro Diaz, a Luis Enrique Martínez, a su hermano, Tobías Pumarejo, el gran compositor. También a Abel Antonio Villa, quien venía de un pueblo muy cercano de Salamina”.

Existían tres categorías, infantil que su primer ganador fue Alfredo Gutiérrez, cuando tan solo tenía seis años; aficionado y profesional, donde ganador fue Abel Antonio Villa, además, la categoría de música Sabanera, donde se presentaban los Gaiteros de San Jacinto Bolívar, quienes se trasladaban a cantar el verdadero son de la gaita.

No obstante, la más feliz con este festival era Cora María González, todos la llamaban ‘Tota’. Era la esposa de Camilo, la encargada de organizar el sancocho, “mi mamá era salaminera, entusiasmaba a papá para el festival. El evento reunía a todas las familias y el pueblo se paralizaba dos o tres días”, comenta Kemel George.

Fundación fue la cuna de este festival que lo organizó un turno por más de cinco años, sin embargo, según Kemel a medida que el festival tomaba fuerza, en Aracataca de la mano del premio Nobel García Márquez también realizaron su propio festival, “y algunos decían que este evento debían hacerlo en la cuna de vallenatos, empezaron a pasar para allá (Valledupar) apoyado por los grupos más poderosos, entre ellos los ganaderos de esa zona, y así el festival de Fundación se fue apagando poco a poco”, puntualizó.

FESTIVAL VALLENATO 
DE FUNDACIÓN

Don Camilo en la línea del tren
en el centro de Fundación
(hoy Calle 3)

Estos fueron los concursos de acordeón que don Camilo patrocinó y fomentó en Fundación:

Año 1950

1er lugar: Dionisio Martínez Pitre, primo de Luis Enrique y Chema Martínez.

2do lugar: Francisco “Pachito” Rada, hijo del legendario juglar Francisco “Pacho” Rada.

Año 1951

1er lugar: Chema Martínez, hermano de Luis Enrique Martínez, quien se alzó con el triunfo al interpretar magistralmente la canción, por ese entonces inédita, “Jardín de Fundación”, el himno de esta prospera población.

2do lugar: Francisco “Pachito” Rada.

En este festival fue declarado como “Niño Prodigio” del Acordeón con nueve años: Alfredo Gutiérrez, El “Rebelde del Acordeón” y quien fuera luego tres veces Rey Vallenato de Valledupar.

Año 1955

1er lugar: Francisco “Pachito” Rada
2do lugar: Andrés Landero

Año 1958

De momento no se ha podido rescatar esta información.

Año 1959

1er lugar: Luis Enrique Martínez, el “Pollo Vallenato”. 

Como dato curioso de este concurso, Edgar George, hijo de Camilo, tiene un recuerdo vivido de esta ocasión. Edgar, quien fuera Alcalde de Barranquilla, recuerda, como si fuera ayer, que en esa oportunidad Luis Enrique tocó el acordeón con el pico de una botella y con una toalla tapándose los ojos ¡Toda una proeza de esta figura legendaria!

Otras actividades

El profesor Pedro Sarmiento,
Don Camilo y su esposa Diosa


Don Camilo también fue presidente del Club Rotario de Fundación en el año 1971, promotor de muchos carnavales en la ciudad e igualmente fue miembro de la logia masónica.

Era una persona muy estimada en Fundación no solo por su actividad comercial y social, sino también por su generosidad, cuenta su hija Miriam que un día su padre llegó a la casa en pantaloncillos, y su esposa Diosa María le dijo: “Cómo llegas en calzoncillos, que te pasa...” y él respondió: “Aah, porque alguien me dijo que esa ropa era muy linda (era toda de lino blanco) y me dio dolor porque era pobre y yo se la regalé”.

Varios de sus hijos incursionaron en la política como Edgar George González, quien fue alcalde de elección popular de Barranquilla; Elías que fue Alcalde de Fundación y de Santa Marta y Kemel que fue Senador de la República.

MUERTE

Camilo George Chams murió un 11 de octubre de 1969, a los 57 años de edad. Un infarto se lo llevó estando en Fundación, su segunda patria. Sus últimos instantes fueron al lado de su hija Míriam George, quien con apenas 15 años fue la única de la familia que pudo ver la partida de este ilustre caballero.

Su prematura muerte causó gran consternación en Fundación. Sus restos se encuentran en el Cementerio San Rafael de Fundación.

NOVELA DE LEANDRO DÍAZ

En el año 2022 RCN televisión publicó en una novela la vida del maestro Leandro Díaz, por ello sus estuvieron embargados de alegría y de tantos gratos recuerdos, al ser evocada la memoria de su amado padre esta extraordinaria bionovela de ‘El artista ciego que veía con los ojos del alma’, transmitida por RCN Televisión todas las noches a las 9:30 p.m.

En el arranque narrativo de esa cautivante producción, al recordado comerciante que echó raíces en la cálida ciudad de Fundación, se le reseña como ‘el Turco’ Camilo, pues así era cariñosamente reconocido en los lares del Magdalena Grande (Cesar, La Guajira y Magdalena) este bohemio, alegre, innovador y solidario inmigrante libanés, hombre erudito y a la vez sencillo y generoso, que hablaba árabe, francés y español.

DEL MAZHAR AL ACORDEÓN

Camilo con su esposa Diosa, y sus hijos Kemel y Miriam

Procedente del medio oriente, Camilo George fue pionero de los Festivales de Acordeón y de Música Vallenata a mediados del siglo pasado, apoyado siempre por su esposa y madre de sus hijos, Cora María González, a quien le decían Diosa María, nacida en Salamina (Magdalena), quien falleció a los 98 años.

“Sobre una tarima, frente a la Casa George, se escuchaba a Leandro Díaz, Luis Enrique y Chema Martínez, a don Toba, Abel Antonio Villa, Alfredo Gutiérrez, los Pequeños Vallenatos, los Gaiteros de San Jacinto, buscando motivar a una región que recibió a nuestro padre con cariño en su suelo y después en sus entrañas, cuando la Providencia que lo trajo se lo llevó a otros sitios, seguramente a iniciar otros festivales con esas almas incorregibles y andariegas como la suya, almas felices, caminantes eternos, que con sus instrumentos y su voz exaltaban aquellos hechos que rodean a la gente de la provincia, su ambiente, ríos y montañas, veredas, árboles, lluvia y tiempo, cielo y mar, casi siempre enmarcando en las lisonjas a ese extraordinario producto de la naturaleza: la mujer”, relatan sus hijos.

Y agregan lo siguiente: “Por ello, nos atrevemos desde este artículo, invitar no solo a la comunidad musical de Fundación y del Magdalena, sino a sus dirigentes municipales y departamentales para retomar la realización de los festivales de acordeón que merecidamente deben llevarse a cabo en el pueblo donde se originaron, como lo es Fundación, y creemos que como homenaje tangible e imperecedero debe llevar el nombre de su ilustre precursor, Festival Camilo George Chams”.


CASA GEORGE 

“En las galvanizadas ideas aferradas a la región donde finalmente quedó ‘atrapado’ en 1944 por la hospitalidad de sus gentes, Camilo George montó en Fundación el gran almacén de la familia en un área de 1.400 metros cuadrados, llamada CASA GEORGE, miscelánea donde sus vecinos, amigos, clientes y forasteros encontraban una enorme variedad de casi todo tipo de mercancías para el hogar, electrodomésticos, discos e instrumentos musicales, a los cuales agregó el acordeón, instrumento estrella que empezaba a destacarse en esta parte de la Región Caribe por sus notables ejecutores”, tal como nos relata Roque Filomena, legendario amigo de la familia George, paisano de Fundación.

Casa George fue ese reducto estelar desde el cual desplegó toda su imaginación para entregarse a esa tierra que lo acogió con tanto cariño.

Son tantas cosas buenas recreadas en torno a este hombre de gran calidad humana, desbordado en amor por su familia, que jamás habrá fecha de caducidad para las remembranzas, pues en su esplendor humano Camilo alcanzó el culmen de la magnanimidad.
 
Camilo George, fue un visionario que se compenetró con el sentir y la idiosincrasia del pueblo que lo acogió”.

Roque Filomena, paisano y amigo de la familia.

Un visionario injustamente olvidado

Pedro García y Guillermo Sánchez
colocando una ofrenda floral 
en la tumba de don Camilo
año 1999.

Es hora que los exponentes del Folclor Vallenato, reconozcan que este “turco” fue el pionero en este tipo de festivales, y que sin proponérselo dio vida a una una competencia de juglares, que adquirió tal resonancia e importancia en beneficio de esta música, en una época en que este folclor no tenía acogida en las castas de la sociedad, por considerarla música de campesinos, pero que gracias a estos festivales se fue introduciendo en el corazón de todos, hasta llegar a formar parte del patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

Aunque en 1999, el desaparecido abogado, folclorista y parrandero vallenato Guillermo Sánchez Andrade le rindiera un homenaje a Camilo por su aportes a la comunidad y al folclor Vallenato, tanto la Alcaldía de Fundación como la Gobernación del Magdalena se encontraban en mora para hacerle, por igual, un merecido reconocimiento a este insigne visionario.

Reconocimientos

La gobernadora del Magd., la Alcaldesa de Fundación 
con los hijos de don Camilo

La gobernadora del Magdalena, Rosa Cotes, en el año 2016 entregó un reconocimiento póstumo a los hijos de Camilo George Chams, precursor de los Festivales-Concursos de acordeón en Colombia. El evento ocurrió en Fundación en agosto del 2016. Don Camilo fue objeto de merecidos reconocimientos póstumos, tanto de la Gobernadora del Magdalena Rosa Cotes, como de la Alcaldesa de Fundación Mallat Martinez.

Los Fundanenses esperamos que pronto hagan lo mismo los organizadores del Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar. Igualmente los gobernantes de Fundación deberían erigir un busto a su figura y colocarla por lo pronto en algún parque de la ciudad y el día que rescaten el Teatro Variedades trasladarlo a ese emblemático espacio cultural de Fundación, que se deteriora sin consideración.

Ver también:

 


ANDRES LANDERO, y PACHITO RADA LO CONFIRMAN


Andrés Landero

Andrés Landero, cuenta en sus memorias escritas, que Fundación fue el pionero en este tipo de festivales, y que él mismo participó en el Festival Vallenato de Fundación de 1955, en donde ocupó el segundo lugar con la canción de su autoría: LA MUERTE DE EDUARDO LORA. Hay que tener en cuenta que el cantante Eduardo Lora, murió en 1953, y la canción fue grabada en 1955.

Pachito Rada
Igualmente Pachito Rada Ortiz refiriéndose al festival organizado en el año 1955 en Fundación confirma que ese festival de Acordeones se lo ganó él, lo que lo convirtió en uno de los primeros Reyes del Acordeón que se tenga historia en Colombia. El maestro Francisco “Pachito” Rada Ortiz, se impuso ante sus adversarios. En varias ocasiones lo corroboraba: Soy el primer Rey del Acordeón de este país, pues alcance esa corona en el Festival de Fundación de 1955.
EL FESTIVAL DE PIVIJAY

También en sus memorias escritas, manifiesta Andrés Landero, que en Pivijay hubo un Festival Vallenato realizado en el año 1960, y lo ganó Alejo Duran, con la canción Altos del Rosario, y que el segundo puesto se lo dieron a él.

Sobre el origen de este primer festival en Pivijay, comenta el profesor Juan Varela Bornacelly: “En el marco de una fiesta patronal de San Fernando, se agruparon en la plaza pública un grupo de conjuntos que venían a rebuscarse en las patronales y otros músicos que contrataban ganaderos de Pivijay. Fue cuando el pueblo los motivó a competir por premios en efectivo. No recuerdo quienes ganaron pero si participaron Alejo Duran, Andrés Landeros, Julio de la Ossa, Aníbal Velásquez, Juan Polo Valencia, Calixto Ochoa, y otros que no recuerdo. De ahí que los cataqueros que venían a las patronales de Pivijay, captaron la idea y se la dieron a Gabo. Este llamó a Escalona, quien no sólo lo ayudó a organizarlo como evento competitivo, sino que se lo llevó para Valledupar, y hoy es el Festival de la Leyenda Vallenata, que tiene fama mundial”.

Desde el año de 1989, existe en esta población el Festival Provinciano de Acordeones que se realiza en la “Plaza de los Gallos”, escenificado en la tarima “Abel Antonio Villa”; en donde compiten diferentes categorías como; rey infantil, rey aficionado, rey profesional, canción inédita, piqueria. Evento que está ubicado en el tercer lugar de festivales de acordeón en la Costa, después de Valledupar y Villanueva.

EL FESTIVAL DE ARACATACA

Rafael Escalona y 
Gabriel García Márquez
El festival vallenato de mayor trascendencia realizado en Aracataca, ocurrió en el año 1963. Ese festival fue auspiciado por Cervecería Águila de Barranquilla, y sus promotores fueron Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Rafael Escalona y el cataquero Carmelo Correa.

También contó con la presencia de la corresponsal de El Tiempo de Bogotá, Gloria Pachón, quien más tarde se casara con el candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, de igual manera hubo corresponsales de los diarios de Barranquilla El Heraldo y Diario del Caribe.

Fue un jueves 17 de marzo de 1966, cuando aquellas delegaciones provenientes de varios sectores de la región bananera se dieron cita en Aracataca (Magdalena) a lo que se le denominó ‘El Festival del Vallenato’, congregándose así los mejores cultores folclóricos en todos los rincones del Caribe colombiano.

La logística estuvo organizada por el entonces compositor Rafael Escalona, quien días antes recibía la noticia que sus paseos vallenatos serían adaptados al cine mexicano, concretamente en la filmación dirigida por Alfredo y Arturo Ripstein, llamada La Increíble y triste historia del cándido Félix Babilonia.

Como invitado especial asistiría el novelista Gabriel García Márquez, quien llega a su natal población después de muchos años de ausencia. Le seguía ante semejante locura el periodista Álvaro Cepeda Samudio.

Aracataca recibía intérpretes y compositores de toda la comarca, entre los que se destacaron ‘Colacho’ Mendoza, Alberto Pacheco, Bovea y su Vallenatos, Julio de la Osa, Alfredo Gutiérrez, César Castro y Andrés Landeros, entre otros. La gran manifestación cultural vallenata duró solamente dos días, sobresaliendo varios participantes quienes fueron ovacionados en sus diferentes presentaciones ante el jurado y público en general.

Como mejor intérprete se escogió al gran ‘Colacho’ Mendoza, quien logró demostrar en el primer Festival de la Canción Vallenata mucha destreza, interpretando la música de Rafael Escalona.

De igual forma, dentro de la programación se dio por escogida la ciudad de Valledupar como sede del Segundo Festival de la Música Vallenata para aquel 1967. La responsabilidad era mayúscula a sabiendas que fueron patrocinadores del primer certamen en su género que se celebraba a nivel nacional.

En la programación intervinieron el conjunto de Armando Zabaletas, Luis ‘Mello’ Pérez y el mismo Escalona. Fueron más de 10 horas consecutivas de programación vallenata que marcaron una parranda indefinida. Uno de los anhelos de aquel festival improvisado, que daba la bienvenida al gran amigo cataquero de las letras caribeñas, fue el de reunir toda la producción musical desarrollada por las diferentes delegaciones provenientes de Barranquilla, Fundación, Valledupar, Ciénaga, Santa Marta y Cartagena para elaborar una grabación con todas las piezas musicales que participaron en el evento. La producción discográfica se llamaría ‘Parranda de Vallenatos’.

Años posteriores ante semejante pasaje urbano, García Márquez desarrollaba de su puño aquel momento improvisado en su natal macondo:

"Un día de 1966 durante el Festival de Cine de Cartagena, le pedí a Rafael Escalona que me reuniera a los mejores conjuntos de música vallenata para oír todo lo que se había compuesto en los siete años en que yo había estado fuera de Colombia. 

Escalona, que ya era compadre mío desde unos 12 años antes, me pidió que fuera el domingo siguiente a Aracataca adonde él llevaría la flor y nata de los compositores e intérpretes de las jornadas más recientes. El acuerdo se llevó a cabo en presencia de la muy querida amiga y periodista sagaz Gloria Pachón -que hoy es la esposa del senador Luis Carlos Galán- y ella publicó la noticia al día siguiente con un título que a todos nos tomó por sorpresa: "Gran festival vallenato el domingo en Aracataca. 

Todos los fanáticos del vallenato de aquellos tiempos, que no éramos muchos, pero sí suficientes para llenar la plaza del pueblo, nos encontramos el domingo siguiente en Aracataca. El escritor Álvaro Cepeda Samudio llevó tres camiones de cerveza helada, y los repartió gratis entre la muchedumbre. 

Escalona llegó tarde, como de costumbre, pero también como de costumbre llegó bien, con nadie menos que con Colacho Mendoza, de quien nadie dudaba entonces que iba a ser uno de los maestros del acordeón de todos los tiempos. Mientras los esperábamos, el centro de la fiesta fue Armando Zabaleta, quien nos dejó admirados con el modo de cantar su canción más reciente y magnífica: La garra del águila. Era un buen comienzo, porque aquella canción era la crónica muy bien contada de la visita que Escalona había hecho poco antes al presidente Guillermo León Valencia en su palacio, y estaba, por consiguiente, en la línea del vallenato clásico que fue creado para contar cantando y no para bailar. 

Aquella pachanga de Aracataca no fue el primer Festival de la Música Vallenata –como ahora pretenden algunos– ni quienes la promovimos sin saber muy bien lo que hacíamos podemos considerarnos como sus fundadores. Pero tuvimos la buena suerte de que le inspirara a la gente de Valledupar la buena idea de crear los festivales de la leyenda vallenata. Así fue, y en 1968 se llevó a cabo el primero con todas las de la ley, y en la ciudad de Valledupar, que es la sede natural por derecho propio. El primer rey elegido fue el rey de reyes, Alejo Durán, que de ese modo le dio al certamen su verdadero tamaño histórico".

EL TESTIMONIO DEL MELLO PÉREZ

En el año 2000 el editor regional de CEET Barranquilla escribió: En medio de la calentura ambiental que produce el Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar, en la tierra de Gabo se recuerda una memorable parranda, calificada como la verdadera semilla del magno evento.

Un sobreviviente de ese instante, lleno de abundante ron caña y sancocho trifásico, es Manuel Pérez Yance, El Mello Pérez, que junto con su hermano Luis es parte de la historia etílica de la Zona Bananera del Magdalena.

Él, junto con dos entrañables amigos, el mago Borletti y Álvaro Brugés Povea, la tarde del 6 de marzo pasado, el mismo día en que el Premio Nobel de Literatura ajustaba los 83 años de edad, desempolvaron anécdotas, entre ellas la famosa parranda. El Mello cuenta cómo fue eso, le dijo Borletti, mientras apuraba una gaseosa kola con dos aspirinas para espantar una maluquera en el cuerpo que lo aquejaba desde hacía 20 días.

Pérez, acomodándose sus lentes para evitar el deslizamiento en la resbalosa nariz, sacando documentos y viejas fotografías familiares del fondo de un manoseado maletín, empezó contando que sus primeros acercamientos a Gabriel García Márquez fue en 1967.

Ya él no tenía familiares en Aracataca, sino que llegaba a la casa de Lucho Porto (Luis Manuel Porto García), cuando iba vender libros. En una de esas se presentó con Álvaro Cepeda, Colacho Mendoza, Rafael Escalona, Armando Zabaleta, y otros que no recuerdo, y se formó la parranda a la que fuimos invitados mi hermano y yo. Tomamos ron caña con agua de coco, pero a montones”.

En el fragor de las melodías de Colacho, apareció Luis Enrique Martínez y hasta Abel Antonio Villa, traído desde Pivijay. Allí se les ocurrió hacer un duelo de acordeoneros, llamarlo festival, y que no se saben quien lo ganó finalmente, pero, según dicen fue el camino abierto para contiendas futuras en la música vallenata.

Para el Mello ese festival no cuajó en Aracataca por falta de plata y quizás por eso se lo llevaron para Valledupar, tal vez por insinuación de Rafael Escalona.

Otros encuentros Después de ese encuentro parrandero vinieron más, hasta que Gabo comenzó a alejarse de su terruño.

“Recuerdo que hicimos una cipote parranda en la finca Zacapa del viejo Manuel Julián de Mier. Alrededor de la piscina estaban Gabito, que fumaba ‘Pielroja’, y Álvaro Cepeda con un yines azulitos, sandalias y fumando tabaco rubio. Ese día Gabito les dijo a Lucho Porto ‘nojoda, estoy haciendo una novela que va a romper récord en el mundo literario, y a Escalona que era ‘el vallenato más largo’”.

La novela fue Cien años de soledad, la que lo llevó a conquistar el reconocimiento mundial como escritor y el Premio Nobel de Literatura en 1982. Ese premio conllevó, como se esperaba, a una intensa parranda de más de 24 horas, después de que Gabo se apareciera en Aracataca en una camioneta, con su hermano Jaime, proveniente de La Guajira.

A esa celebración, se unieron David Vera, conductor de la chiva La Perra; el Mono Tobago, el sastre del pueblo; el Loco Ovalle; y los Correa, vecinos de la familia de Gabo.

Los parranderos le contaron al laureado sobre la ayuda dada a un grupo de francesases que llegaron a filmar el mundo de Macondo, desconociendo que Aracataca no era famosa por lo que escribió Gabo, sino por las bananeras. A los franceses teníamos que mostrarles algo. Yo presté el baúl de mi abuela que tenía como 100 años, conseguimos un tinajero, una vieja máquina de escribir, parte de un telégrafo, pero hacian falta las botas del viejo Márquez, el abuelo de Gabito. Entonces, el Loco Ovalle que era el descuatizador (preparador de cadáveres) dijo: ‘nojoda, antier le hicimos la autopsia a un cachaco que tenía unas botas casi nuevas, pero las empeñé.

Fuimos, las rescatamos y se las presentamos a los franceses como si fueran la del del general Márquez... ¿Sabes cómo es la jugada?, expresó El Mello en medio de una carcajada, que contagió a Borletti y a Brugés.

EL FESTIVAL DE VALLEDUPAR


Gabo en Valledupar
De todo este recorrido de la historia de los festivales Vallenatos, Valledupar fue la ciudad que acogió con entusiasmo este flolklor para llevarlo a la cima donde se encuentra. Cuenta Garcia Marquez: " En 1967 se llevó a cabo el Festival Vallenatos, con todas las de la ley, y en la ciudad de Valledupar, que es la sede natural por derecho propio.
El primer rey elegido fue el rey de reyes, Alejo Durán, que de ese modo le dio al certamen su verdadero tamaño histórico. Aunque ya para esa época la música vallenata empezaba a treparse por la cortina de los Andes tratando de conquistar Bogotá, todavía no lograba conquistar el corazón de muchos fuera de su ámbito original. En Bogotá -por los años cuarenta- se transmitía los domingos un programa de radio con música para bailar que se llamaba La hora costeña, y que muy pronto se convirtió en una parranda matinal para los estudiantes caribeños. Allí se tocaban el porro y la cumbia, el fandango y el mapalé, pero ni un solo vallenato. Y no solo porque los costeños sabíamos que el vallenato no era para bailar sino para escuchar, sino porque nadie de allá arriba sabía de su existencia y de su pureza.

En la Costa caribe, en cambio, el programa de más prestigio en esa época era una hora de canto de un hombre de Ciénaga -Guillermo Buitrago- a quien hay que reconocerle, entre otros muchos méritos, el de haber sido el primero que puso la música vallenata en el comercio. Ya Rafael Escalona, con poco más de 15 años, había hecho sus primeras canciones en el Liceo Calderón de Santa Marta, y ya se vislumbraba como uno de los herederos grandes de la tradición gloriosa de Francisco 'el Hombre', pero apenas sí lo conocían sus compañeros de colegio. Además, los creadores e intérpretes vallenatos eran gente del campo, poetas primitivos que apenas sí sabían leer y escribir, y que ignoraban por completo las leyes de la música. Tocaban de oídas el acordeón, que nadie sabía cuándo ni por dónde les había llegado, y las familias encopetadas de la región consideraban que los cantos vallenatos eran cosas de peones descalzos, y si acaso, muy buenas para entretener borrachos, pero no para entrar con la pata en el suelo en las casas decentes.

De modo que el joven Rafael Escalona, cuya familia era nada menos que parienta cercana del obispo Rafael Celedón, se escandalizó con la noticia de que el muchacho compusiera canciones de jornaleros, una música antes considerada de monte y de gente excluida . Fue tal el escándalo doméstico, que Escalona no se atrevió nunca a aprender a tocar el acordeón, y hasta el día de hoy compone sus canciones silbadas, y tiene que enseñárselas a algún acordeonista amigo para poder oírlas. Sin embargo, la irrupción de un bachiller en el vallenato tradicional le introdujo un ingrediente culto que ha sido decisivo en su evolución. Pero lo más grande de Escalona es haber medido con mano maestra la dosis exacta de ese ingrediente literario. Una gota de más, sin duda, habría terminado por adulterar y pervertir la música más espontánea y auténtica que se conserva en el país. »»

CRÉDITOS

Los Fundanenses agradecen la valiosa investigación realizada por Ricardo López Solano, sobre la vida y obra de Don Camilo George, que con su tenacidad contribuyó inmensamente a la propagación de la cultura Vallenata y al desarrollo comercial y social de la Ciudad.

Escribenos: esquinadelprogreso@gmail.com