septiembre 26, 2016

UN OBISPO DE SANTA MARTA, CAMINO A LOS ALTARES

Mons. Francisco Simón Ródenas

Obispo de Santa Marta en 1903, camino a la beatificación


Sabías que un obispo de Santa Marta del siglo pasado, va camino a los altares?

Se trata de Francisco Simón Ródenas, un español que vino a Colombia como misionero y luego fue pastor de la diócesis de Santa Marta, ministerio para el que fue nombrado por el Papa San Pio X un 8 de diciembre de 1903, y del que tomó posesión el 11 de junio de 1904, hasta el día el 2 de diciembre del año 1912. 

En abril del año 2014 el Papa Francisco, reconoció oficialmente sus "Virtudes Heroicas", paso previo a la beatificación, de este Capuchino español.  Al promulgársele las "Virtudes Heroicas", se le otorga el título de "Venerable", dentro del proceso para continuar su beatificación. Para que un “Venerable”, sea beatificado es necesario que se logre un milagro que se deba a su intercesión y para que sea canonizado, es decir declarado santo es necesario generalmente un segundo milagro. 

De esta manera comenzará el proceso para la beatificación del capuchino Francisco Simón Ródenas, que llegó a ser Obispo de la ciudad de Santa Marta. 

SU ORIGEN 

El religioso Francisco Simón Ródenas (1849-1914), nació el 2 de noviembre de 1849 en La Aparecida, pedanía de Orihuela (Alicante, España).  Su madre le consagró a la Virgen María de la Aparecida. Aludiendo a esta piadosa consagración, decía el siervo de Dios, que él pertenecía a la Virgen por una especial consagración. A los diez años, manifestó a su padre sus deseos de ser sacerdote, y su progenitor le llevó al Seminario de Orihuela, donde cursó todos sus estudios eclesiásticos. 

Mientras estuvo en el Seminario siempre llevó la cabeza descubierta, exceptuando los actos oficiales y preguntado por qué no se cubría, respondió: que por respeto a la presencia de Dios. 

Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de Orihuela y en mayo de 1875 recibió la ordenación sacerdotal. Al año siguiente, llevado de su deseo de abrazar la vida religiosa, y no pudiéndolo hacer en España por estar suprimidas las órdenes religiosas, marchó a Francia e ingresó en la abadía trapense de Nuestra Señora de Divielle. Cuando llevaba tres años y medio de vida monástica, al decretar el gobierno francés la expulsión de los religiosos extranjeros, tuvo que dejar el monasterio.  Entonces pensó en los capuchinos recién establecidos en España y logró ser admitido en su noviciado de Pamplona en 1880. Al año siguiente emitió su profesión. Residió en los conventos de Ollería, Orihuela y Massamagrell. 

Era en extremo penitente y austero, dormía siempre en el duro suelo y practicaba rigurosamente la pobreza franciscana. 

En diciembre de 1891 se embarcó con una expedición de capuchinos destinados a la misión de La Guajira en Colombia. Allí estuvo dedicado a la catequización de los indígenas y al frente del Seminario Diocesano de Santa Marta, igualmente fue superior de varias residencias misionales.  En 1898 volvió a España, donde desempeñó el cargo de maestro de novicios de la recién restaurada provincia capuchina de Valencia. 

EN LA DIÓCESIS DE SANTA MARTA 

En abril de 1900 volvió a la misión de La Guajira como superior de la misma, y dio pruebas de celo apostólico, constancia y virtud en el Gobierno.  En diciembre de 1902 fue nombrado Vicario Capitular «sede vacante» de la Diócesis de Santa Marta.  Y un año después, el 18 de diciembre de 1903, el Papa San Pío X lo nombró Obispo de ésta Diócesis, ministerio del que tomó posesión el 11 de junio de 1904, y lo ejerció hasta el día el 2 de diciembre del año 1912. 

Durante los 8 años que rigió la diócesis se dedicó con gran abnegación a la atención de sus fieles, clérigos y religiosos. 

Hizo por tres veces la visita pastoral a su dilatada Diócesis. Prestó un cuidado especial al Seminario y a los sacerdotes. Dedicó totalmente sus ingresos a las obras de la Catedral Basílica y a la construcción de otras iglesias. 

En 1911 viajó a España para cuidar su salud, que se fue deteriorando, por lo que presentó la renuncia al obispado, que se le aceptó el 2 de diciembre de 1912. 

Falleció santamente en el convento de la Magdalena de Massamagrell (Valencia) el 22 de agosto de 1914.  Su causa de su beatificación fue iniciada desde el año 1931. 

Los fieles visitan constantemente su sepulcro e imploran en todas partes la intercesión de este nuevo Venerable, y son muchos y grandes los favores que se alcanzan por su mediación. 

DEVOCIÓN SAMARIA 

Ocho años estuvo Monseñor Francisco Simón Ródenas a cargo de la Diócesis de Santa Marta, desde 1904 a 1912, tiempo en el cual tuvo la oportunidad de cumplir con su servicio evangelizador, dejando sus huellas en los fieles católicos, entre ellos doña Elena Riascos de Zabaraín (q.e.p.d.), madre de don Orlando Zabaraín Riascos, director de la Fundación San Vicente de Paúl. 

Don Orlando Zabaraín Riascos, recuerda que cuando era niño y se enfermaba, su mamá doña Elena Riascos, rezaba con mucha devoción una oración que le había regalado el Obispo Francisco Simón, para que intercediera por la salud de su hijo. Tanta era la fe que le tenía a la oración que la estampa se la colocaba al niño en la frente y en poco tiempo se recuperaba de los malestares. 

Hoy, luego de muchos años, don Orlando Zabaraín, le tiene mucha fe y en gratitud donó a la Diócesis de Santa Marta un cuadro con la imagen del Obispo Francisco Simón Ródenas.

MÁS DEVOTOS 

Doña Fanny Paredes de González, al igual que su hermano Rafael Paredes, fieles devotos católicos samarios, conservan ‘reliquias’ del Obispo Francisco, las cuales heredaron de su madre Eloisa Infante. 

Estas reliquias tienen que ver con estampas e imágenes de la Virgen María Auxiliadora y la más importante el bonete (gorra que suele tener cuatro picos, usada por los eclesiásticos) la cual conserva como una reliquia Rafael Paredes, en Bogotá. Quien dice ser testimonio de un milagro a través del bonete, porque él iba a ser operado de la rodilla, y la cirugía no llegó a realizarse por la fe que le tuvo al futuro santo. 

El bonete y otras reliquias primero estuvieron en poder de la señora Eduarda Bravo, quien vivía cerca de la Catedral y era la encargada de arreglarle las sotanas y demás vestuarios a Monseñor, luego ella se las obsequió a la señora Eloisa Infante, como agradecimiento por ser una dama bondadosa con su familia, y ésta a su vez se las entregó a sus hijos. 

MUCHOS RECUERDOS 

El Obispo Emérito de Santa Marta, Monseñor Ugo Puccini Banfi, manifiesta que sin duda alguna en Santa Marta hay muchos recuerdos del Obispo Francisco Simón Ródenas, y por ello le guardan mucha devoción. 

Además fue una persona que vivió como un héroe su devoción sacerdotal, convirtiéndose en un gran servidor de Dios. “Para la Iglesia Católica es un importante logro este anuncio de la Santa Sede, solo falta que se comprueben los milagros que haya realizado Monseñor Francisco, para que sea beatificado y siga su camino al reconocimiento canónico de su santidad”.



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