mayo 15, 2018

EL DÍA DE GABO REGRESÓ A ARACATACA



Gabriel García Márquez, o ‘Gabito’, como le dicen en su natal Aracataca, arribó un lunes de 1983 a su pueblo después de haber logrado la mayor hazaña de un escritor colombiano.

Robinson Mulford, profesor de literatura de este municipio del Magdalena, recuerda estar en su bicicleta a mediodía, camino a la escuela en la que trabajaba, cuando cerca a la estación del ferrocarril vio cuatro camionetas lujosas estacionadas. Ese hecho llamó su atención y la del resto del pueblo, ya que por esos lados era inusual ver vehículos así. Una vez fijó su mirada en ellos, le pareció familiar un rostro. Era nada más y nada menos que el periodista y escritor, quien había recibido el Nobel de literatura el 21 de octubre de 1982.

El profesor Mulford decidió no asistir a su trabajo e ir a contarle a un amigo de la infancia, el ‘Mono’ Todaro, que el nobel estaba en Aracataca. Ese día el ‘Mono’ estaba un poco tomado por lo que le respondió al profesor Mulford que no le creía. 

“¡Me las corto si no es Gabito!”, le dijo el profesor enfático.

Después de esa escena, salieron todos a buscar la caravana de carros. Todaro, en su afán por saber si lo que le habían dicho era verdad, decidió ponerse de pie en la mitad de la vía y bloquear el  paso de los vehículos. Luego, golpeó el capó de uno de estos y exclamó: “¡Gabito, yo soy más importante que tú, 
nojoda!”. El Nobel no se hizo esperar y se bajó de una de las camionetas. Le dio un abrazo a su amigo de infancia y le dijo: “¡Nojoda, se me están volviendo viejos los italianos!”, haciendo referencia a la sangre de su amigo.

Después de eso comenzó una caminata que congregó a todo el pueblo. Pasaron por el kiosco El Guásimo, y también por la biblioteca, el teatro y la casa de infancia del Nobel, mítica en su obra. En el recorrido, cuenta el profesor, ‘Gabito’ se detuvo frente a dos ancianas de unos 70 años que se le hacían muy familiares, y después de pensarlo mucho recordó que se trataba de dos mujeres que habían trabajado en su casa como empleadas del servicio.


El destino final de la caminata fue la casa de otro de sus amigos de infancia, Luis Carmelo Correa. Allí lo recibieron con un sancocho trifásico y un “siete letras”, como llaman al ron de caña. Mientras disfrutaba de la comida y el trago,  los niños no dejaban de acercarse. Los mayores llamaban la atención de los pequeños, pidiéndoles que dejaran a Gabito en paz. Y fue aquí que salió con uno de sus célebres apuntes: “¡Déjenlos, que no hay fama en Aracataca que dure más de 24 horas!”.


Historia tomada de Nación Revelada

mayo 02, 2018

EL ACORDEÓN EN EL MAGDALENA


LLEGADA DEL ACORDEÓN 
AL DEPARTAMENTO DEL MAGDALENA


TEORÍA DE LUIS DELIO GÓMEZ 

Hay una teoría del investigador plateño médico Luis Delio Gómez, quien plantea que el acordeón fue introducido por la compañía de navegación del Río Magdalena del alemán Juan B. Elbers, que inició labores en el año 1824 y que, en 1855, contaba con un mínimo de cinco barcos que navegaban a lo largo del río, transportando personas, tabaco y mercancías diversas entre Colombia y Alemania. 

Bien es sabido que el acordeón de botones fue un fracaso para las fábricas alemanas, de modo que le buscaron salida con el libre comercio de la independencia del continente americano, a través de inmigrantes árabes, italianos y alemanes, que se refugiaron en el Nuevo Mundo. 

Con razón el plateño Eusebio Pasos Castro, nacido en Plato en el año 1838, ya desde su juventud tocaba acordeón en su finca La Cristina, ubicada en lo que se conoce hoy día como La Trocha de Disciplina. 

De Eusebio Pasos Castro, se decía que tuvo un pacto con el diablo, debido a que en las fiestas patronales del 20 de enero se metía al Río Magdalena a nadar con el agua hasta la cintura para tocar el acordeón.

TEORÍA DE PACHO RADA 

Sostiene Pacho Rada Batista, que el acordeón entró a Plato Magdalena a mediados de siglo XIX, procedente de Mompox y que el instrumento se vendía en todos los pueblos ribereños del Magdalena. Sostiene además, que entraron acordeones por el Canal de Panamá, donde los negros empezaron a comprarlos por tres pesos. Según él, eran acordeones medianitos y marca “Gloria”.

SANTA MARTA TAMBIÉN TIENE REFERENCIAS ANTIGUAS DEL ACORDEÓN

El samario Joaquín Viloria De La Hoz, en su investigación, Un Paseo a Lomo de Acordeón: Aproximación al Vallenato, la Música del Magdalena Grande, 1870-1960, manifiesta lo que sigue: “La primera referencia del acordeón en Colombia se remonta a la década de 1860, cuando el médico francés Charles Saffray desembarcó en Santa Marta. Este viajero escuchó en pleno desembarque los sonidos de un acordeón, sin especificar mayor información. El texto de la referencia presenta dos problemas: no especifica la fecha de su viaje a Colombia y no da mayor información sobre el acordeón en Santa Marta. De acuerdo con anterior, Saffray estuvo en Colombia entre 1860 y 1862, por lo que la referencia del acordeón en Santa Marta sería para los primeros años de esa década”.

EL LIBRO DEL HISTORIADOR GNECCO RANGEL PAVA

 Guamal Magdalena, según el historiador Gnecco Rangel Pava, fue epicentro del vallenato con sus aires guamalenses. Este historiador nació en Guamal en el año 1913, contribuyendo al folclor con las siguientes historias publicadas: Año 1947, con el libro El País de Pocabuy; año 1948, con el libro Aires Guamalenses. Son estos los primeros libros donde se habla por primera vez de vallenato y demás cantos de la región, todavía no existía la Vallenatología de la "Cacica", Consuelo Araujo Noguera.

En el momento de escribir sus libros, Gnecco Rangel Pava, vivía en El Banco y frecuentaba los ambientes intelectuales de Bogotá, lo que lo llevó a la Editorial Kelly. Reseña en sus libros creencias, fiestas, música, bailes, personajes destacados, así como la importancia del pueblo a nivel comunitario y religioso; donde los protagonistas de la historia son los indios Chimila, los españoles y los mulatos que son briosos en el baile. 

Manifiesta Rangel Pava, que los patricios del pueblo desde finales de siglo XIX, despertaban a los músicos para que los acompañaran a improvisar Cumbia y Zambapalo, bailes en rueda que duraban hasta el amanecer y en donde no faltaban los sancochos. 

El año nuevo era esperado con bandas de música, después se parrandeaba en la calle con Manducas, Cumbias y Cumbiambas. Música tocada con cajas, acordeones, millos y tambores. La cumbiamba se amenizaba con música de acordeón o caña de millo, tambor y guacharaca. Las modalidades de las Cumbiambas eran el Merengue, el Son y la Puya.

EL FOLCLOR VALLENATO DE ANTONIO BRUGÉS CARMONA

Escritor, periodista, abogado (1911-1956), nacido de Guamal y criado en Santana Magdalena. Fue Alcalde de Santana Magdalena, Inspector Nacional del Trabajo, Diputado Departamento del Magdalena, Juez Civil en Bogotá y catedrático. Nombrado en la primera Comisión Nacional del Folclor, por parte del Ministerio de Educación Nacional, en el año 1946. Considerado en la capital de la república “El Hombre del Magdalena”, ya que fue uno de los primeros escritores y periodistas costeños, en llamar la atención sobre la música campesina costeña en la década de 1940. 

Precisamente en esta época con sus publicaciones en periódicos y revistas como El Tiempo, Semana, Liberal y Sábado, se convierte en propagandista de la música de acordeón que todavía no se llamaba vallenata. Uno de estos escritos lo publicó en El Tiempo, el 21 de enero del año 1940, con el título “El Merengue”; otro lo publicó en el mismo diario con el nombre de “Noticia de los Últimos Juglares”, el 19 de marzo del año 1950. De modo que Antonio Brugés Carmona, fue un gran activista cultural en la Costa y Bogotá, promoviendo sus visiones desconocidas en ese momento de la música, el folclor y la tradición oral.

CANCIÓN “DELÉN GRACIAS A ALEMANIA”

 Con razón nace en Plato Magdalena, la composición “Delen Gracias a Alemania”, en homenaje al acordeón fabricado en ese país, de la autoría de Cristóbal Pasos Batista; este era un negro acordeonero, hijo del primer músico de la región llamado Eusebio Pasos Castro, quien nació en el año 1838:

Delen gracias a Alemania
habemos muchos, habemos poco
cantadores de parranda
Colombia tiene sus músicos
delen gracias a Alemania.

CANCIÓN “LA ITALIANA”

 Cristóbal Pasos Batista (1870-1902), autor de muchos bailes cantaos, también se inspiró en la canción "La Italiana", haciendo referencia la llegada al puerto plateño del acordeón traído de Italia.

ACORDEÓN EN CIÉNAGA MAGDALENA

 Nos cuenta el historiador cienaguero Ismael Correa Díazgranados, que en el periodo (1876-1880), se hacían en Ciénaga parrandas tocadas por los acordeoneros, Agustín Melo, Ismael Montero, Octavio Castillo, Emigdio Ahumada. Esos antiguos del folclor llevaban el instrumento amarrado en el cuello con un pañuelo colorado, cantando por fincas y pueblos, es el caso de Emigdio Ahumada, que lo veían por las calles alegrando con su acordeón, los carnavales de Ciénaga.

La población de Ciénaga es recordada por sus innumerables fiestas, sus músicos se reunían en el puerto Las Mercedes, para animar las noches de parranda de los visitantes.

Uno de esos músicos fue Eulalio Meléndez (1846-1916), autor de “La Maestranza”, “La Piña Madura” (abecedario de los vallenatos), “El Caimán”, “La Chencha”, canciones populares que se difundieron por toda la Costa, y que la mayoría fueron plagiadas por otros músicos. Otro compositor cienaguero de siglo XIX, es Clemente Escalona Labarcés, padre de Rafael Escalona; este valiente coronel, además de músico de oído, era peleador de gallos, en las galleras deleitaba al público con sus inspiraciones; después de la Guerra de los Mil Días, se llevó sus cantos para Patillal César, población donde se casó y murió.

En el Puerto Cañón (Mercado Público) de 1915, en la esquina de la casa Comercial del Alemán Teodoro Uttermann, se vendían instrumentos Musicales, entre ellos; el Acordeón.

Investigador: Raúl Ospino Rangel.



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