abril 17, 2011

COLEGIO DE LA SAGRADA FAMILIA

El principal Colegio de los Fundanenses


COLSAFA

HISTORIA

La Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, movidas por el espíritu apostólico de su fundador: el Venerable Fray Luis Amigó y Ferrer, de trabajar con solicitud y desvelo por la educación de la juventud, deciden realizar su misión evangélica en Fundación, quien para la época estaba recién erigido como municipio (4 junio 1945). 

Es así como el 21 de diciembre de 1947, llegan a Fundación las hermanas: María Inés de Lorica, Carlina de Buritaca, Belarmina de Yarumal, María Asunta de Urrao y Encarnación de Yarumal con la finalidad de fundar un centro de enseñanza, al que le dieron el nombre “De La Sagrada Familia”, como es usual en las instituciones regentadas por esta comunidad, dado que su nombre oficial es: Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

El 15 de Febrero de 1948, con 250 alumnas, dieron inicio a las actividades escolares, en un local provisional alquilado, que estaba ubicado frente al hoy Palacio Municipal.

Luego en 1950 se trasladan a su propio local, donde hoy funciona el bloque A, el cual es de 3 pisos.

En 1955 se abrieron cursos de bachillerato con orientación Comercial.

En 1956 se organizó la escuela gratuita “Fray Luis Amigó y Ferrer”, en favor de los niños pobres de la región, la cual funcionó hasta 1966, fecha en la cual esos alumnos pasaron al colegio becados por la comunidad religiosa.

En la fachada del colegio, en el año 1959

En 1959 se obtiene la aprobación de los estudios de Primaria y se presenta a la población su primera promoción en Modalidad Comercial, el título otorgado es ¨Expertos en Comercio¨.

Más tarde, en 1963 se opta por el Plan de Educación Media Comercial y en 1964 se otorgan grados de Auxiliar de Contabilidad y Secretariado según las necesidades de ese entonces.

En 1967 se obtiene la aprobación oficial de la modalidad básica secundaria comercial, y en 1968 se estableció el horario de jornada continua. 

Posteriormente, en 1970 se inicia el Quinto de Bachillerato Académico Mixto.

En 1971 se obtuvo aprobación oficial de la modalidad Académico, proclamándose ese mismo año los primeros 22 Bachilleres Académicos: 21 mujeres y un solo hombre. De esa promoción son entre otros: Vera Judith García Subirós y Roberto De La Rosa González.

En 1980 la planta física es evaluada por el ICFES.

En 1981, se realizan las primeras pruebas ICFES en Fundación, las cuales se realizaron en sus instalaciones. A partir de ese año, los estudiantes del Colegio han obtenido el Mayor Puntaje en las Pruebas del ICFES a nivel local.

En 1983, la Asociación de Padres de Familia de este colegio obtiene su personería jurídica.

Reconocimiento


Desde sus inicios, el colegio crece en todas sus dimensiones, con el apoyo de los entes gubernamentales, la sociedad en general y la entrega responsable en su misión de educar, dando al municipio de Fundación el mejor aporte en el campo de la educación.

Y así, en su devenir histórico ha sido significativamente reconocido desde sus niveles académicos como su participación en las actividades extracurriculares de deporte, cultura, arte, ciencia, manifestaciones religiosas y otras formas de participación que enriquecen la vida y acrecientan el legado regional

En su última visita, reconociendo en la Institución su calidad, se le otorga su aprobación con la Resolución 0224, del 7 mayo de 2021.

Dirección: Carrera 5 N° 6-29
Teléfono:   3118621109
Email: colsafafundacion@hotmail.com
            colsafafundacion@gmail.com
    
RECTORAS
          
Fray Luis Amigó
Fundador

Han sido directoras del colegio las Hermanas:

- María Inés de Lorica (Fundadora)
- Rebeca de Caicedo
- Aura de Plato
- Isabelina de Yarumal
- María de Jesús de Santo Domingo
- Monica de Monguí
- Margarita Vásquez
- Rosalba Jelkh Boom
- Ofelia Bermúdez
- Rosa Ofelia Bohórquez
- Yolanda Corrales
- Bertha Suárez Quevedo
- Margoth Laíno Martínez
- Leonor Gántiva González
- Lucía Díaz Acosta
- Liduvina Müegues Rodríguez
- Luz Amparo Acosta Escobar
- Nelly Rocio Celly Niño
- Marleny de Fátima Carrasquilla Cárdenas.
- Diana Constanza Patiño Campuzano.

SÍMBOLOS


ESCUDO


LEMA: VIRTUD Y CIENCIA

Presenta los grandes ideales que como hombre debemos conquistar. En la parte superior lleva una antorcha significando la luz de la fe, que ilumina y guía a la ciencia simbolizada por el libro, el cual descansa sobre dos azucenas que recuerdan las virtudes que deben adornar a todo joven Cristiano.

BANDERA



Compuesta por dos franjas horizontales de igual tamaño, en la parte superior el amarillo, en la inferior el marrón y en el centro el escudo.

Amarillo: simboliza la riqueza interior que surge del educando en el proceso de la vivencia de los valores : morales, intelectuales y culturales.

Marrón: significa la espiritualidad Franciscana Amigoniana, fundada en el amor, abnegación y sacrificio capaces de forjar personas tenaces en la conquista de su ser de hijos de Dios, hermano de los hombres y Señor de las cosas

HIMNO

Coro

Somos los colegiales
una persona en flor, 
espigas que maduran
la gracia del Señor (bis)

Con un poco de ensueño en el alma 
al colegio marchamos ligeros,
cuando el día sus rosas primeras
despetala en el bello jardín
y en los libros de estudio
que guardan de la ciencia,
la pura alegría encontramos
la senda que guía
luminosa mañana feliz.

La Sagrada Familia nos brinda
a nosotros la paz anhelada
y nos dá la visión encantada
de un remanso de paz y de bien,
y en su cálido ambiente fraterno
la verdad inmutable destella
con el mismo fulgor de la estrella,
que anunciara la ruta en Belén.

Principios de la Pedagogía Amigoniana

Educación en la fe Cristiana:
Que lleva al joven a dar una respuesta Personal a Dios y al prójimo.

Educación en el amor y en la afectividad: 
Que mueve el corazón de las personas.

Educación en la libertad responsable:
Con miras a formar un joven con personalidad Definida, sólida y autónoma.

Educación dialogal:
Que implica comunicación constructiva y directa entre educadores, padres de familia, Estudiantes, Personal directivo, administrativo y de servicio.

Educación basada en la persona:
Que la lleve a actuar por convicción 

Educación en un Proceso de Socialización:
Que la lleve a insertarse en la sociedad de manera enriquecedora y productiva.

Educación Integral:
Que involucre autonomía, afectividad, socialización, fraternidad universal, creatividad, trascendencia apoyada en el sentido analítico acorde con los tiempos y a conciencia clara de la dignidad de la persona humana.

Ver también: Historia: Terciarias en Colombia


Muestras gráficas

Sagrada Familia

En la cancha del Colegio

Biblioteca

Cancha del colegio

Por Aurita Ballesteros

El Fundador

Bloque B


abril 13, 2011

FOTOS ANTIGUAS DE FUNDACIÓN


Llegada del tren a La Envidia - al fondo los hoy barrios La Magdalena y Chimila


Plaza Boyacá hoy 7 de Agosto - Antigua Capilla


 PARQUE 7 DE AGOSTO


abril 11, 2011

PERSONAJES HISTÓRICOS

MANUEL FAUSTINO MOJICA

Nació en Pivijay.



El 15 de febrero de 1899 residiendo en el entonces corregimiento de Aracataca, compró mediante escritura número 12 de la notaria de San Juan de Córdoba (Ciénaga), unos terrenos en la Envidia de propiedad del señor Julio Ramírez en lo que hoy son los barrios el Chimila y la Magdalena, pero la choza rudimentaria utilizada por sus trabajadores estaba ubicada en la orilla del río Fundación en lo que hoy es la cancha del Colegio de la Sagrada Familia. 

El 15 de diciembre del año 1906, Faustino vende al señor Manuel Antonio Ordóñez Reales, un solar dentro del predio la Envidia para que construyera su casa doméstica.


En el año 1908 el señor Mojica vende a su socio Bernardo López Escalona los potreros de la Envidia (los cuales estaban en disputa con el general Sergio Manuel Rosellón) con casa, corrales, pastos y cultivos de plátano y guineo. 


Ese mismo año vendió a “The Santa Marta Railway Co. Ltda.” las tierras del “cafetal en mal estado” compradas a Julio Ramírez en 1899 los cuales tenían 88 hectáreas (Lo que hoy son los barrios Chimila y la Magdalena).

En 1922 trasladó su residencia de Aracataca al Corregimiento de la Envidia, al lugar que hoy ocupa la vivienda de la familia López Riveira. 


Don Faustino Mojica fue la primera persona que llegó a lo que después sería el caserío la Envidia; sin intenciones de avecindarse o fundar un poblado, sino que fue un desprevenido labriego que se dedicó a la ganadería, a los cafetales, y productos de pan coger como el guineo. Mojica al parecer no tuvo descendientes y del que no se tienen mayores testimonios.


MANUEL ANTONIO ORDÓÑEZ REALES


Primer poblador de La Envidia
hoy Fundación


Nació el 13 de junio de 1887 en Ponedera Atlántico.

A los 15 años se fue a trabajar con la The Santa Marta Railway Company, dueña y constructora del Ferrocarril de Santa Marta, como contratista suministrándole traviesas de madera para las carrileras del tren.


El Señor Ordóñez en diciembre  de 1906 le compró a don Manuel Faustino Mojica, en los predios de la Envidia, un solar donde construyó la primera casa para uso familiar que se edificó en lo luego fue el corregimiento la Envidia y que hoy es el Municipio de Fundación. 


Esa casa que primero fue de palma y bahareque. Entre los años 1927 y 1928 la construyó en material, constituyéndose igualmente en la primera edificación de cemento que tuvo Fundación. Le colocó el nombre Villa María.

El Señor Ordóñez sin proponérselo se convirtió en el primer habitante que tuvo lo que hoy es el municipio de Fundación, al poco tiempo compraron lotes al lado de su casa, trabajadores suyos aserrando madera para suministrárselo al Ferrocarril de Santa Marta que en ese momento estaba en etapa de construcción y del que el Señor Ordoñez era contratista.



VILLA MARÍA
 PRIMERA CASA DE FUNDACIÓN


Don Manuel se casó en Fundación en 1926 con Doña Serafina Rodríguez Reales, oriunda de Sabanalarga, con quien conformo una hermosa familia, sus hijos son reconocidos y estimados por los Fundanenses.



Serafina Rodríguez Reales

El Señor Ordóñez fue una Persona cumplidora con sus deberes y contratos, Cristiano y admirador de Bolívar.


Contribuyó al trazado de varias calles como la 4 ''llamada callejón Progreso'' y la 5, adquirió los primeros 2 camiones modernos que circularon por el poblado, fue dueño del primer teatro para cine con el que contó Fundación llamado "Club Pielroja" que en 1930 vendió a la sociedad "Robayo & Sánchez" y que luego fue cambiado por el nombre de Teatro Variedades.


Igualmente el señor Ordóñez fue el primero en traer una lujosa ortofónica y tuvo una tienda llamada Rosalinda.


Su casa fue declarada patrimonio cultural de Fundación por el Alcalde Rafael Enrique Álvarez mediante Decreto 105 del 9 de septiembre de 1999, la cual conserva su arquitectura inicial, en su frente decorado con arabescos, molduras, cornizas y capiteles, techo de azotea, pisos de mosaico, columnas de estilo toscano, decoradas al óleo.


Murió el 27 de diciembre de 1955 y sus restos reposan en el cementerio San Rafael.



BERNARDO LÓPEZ ESCALONA





Don José Bernardo López Escalona, es parte fundamental de la historia de La Envidia, que luego cambió de nombre por el de Fundación.


Nació en Valencia de Jesús (Cesar), en junio de 1862 y muere en Fundación el 15 de marzo de 1825 a la edad de 62 años.


Hijo de la cienaguera Justa Matilde Escalona (abuela de Rafael Escalona, reconocido cantautor de música vallenata) y de Manuel de Jesús López Picassa.


Vivió por la sabana de Camperucho, en los Venados (César), donde se casó con Rosa Valera, de cuya unión nacieron Santo Domingo López Valera y Dimas López Valera (padre de Dimas Segundo López González, ex Notario y ex Alcalde de Fundación).

Enviuda y alrededor del año 1896 traslada su residencia a Aracataca donde vivía una hermana suya: Sebastiana López Escalona, quien estaba casada con el cienaguero José del Rosario Durán, padres del general José del Rosario Durán.


Por esa época adquiere una finca en lo que hoy es Buenos Aires y se casa en Aracataca con Beatriz Campbell (nieta del sir George Campbell), de esta nueva unión nacen Manuel de Jesús López Campbell (Padre de Flora y Bernardo López silva; ex alcalde de Fundación) y María López Campbell de Vásquez (dama que aún vive)

Para el año 1904 tenía sociedad de ganadería con el señor Manuel Faustino Mojica.


En 1908 le compra la casa, corrales, pastos y cultivos de plátano y guineo que Manuel Faustino Mojica poseía en el terreno denominado La Envidia ( la Casa y el corrar y sus mejoras estaban ubicadas en lo que hoy es, la cancha del colegio la Sagrada Familia)

Esta propiedad estaba en disputa entre Faustino Mojica y el General cienaguero Sergio Rosellón. Por esta compra el general se enemistó con don Bernardo, a tal punto que en un par de ocasiones sufrió atentados de muerte, que afortunadamente no lograron cegar su vida, en razón a que lograba desarmar a los sicarios contratados por Rosellón.

En 1908, Don Bernardo le vendió a la Colonia Penal Agrícola en Buenos Aires, la finca que poseía en ese lugar y donde luego se construyó el Penal que le dio acogida a presos de todo Colombia, con la finalidad de que se resocializaran desmontando esta finca, construyendo caminos y canales de riego

Don Bernardo fue nombrado depositario de la Colonia Penal Agrícola de Buenos Aires, cargo que desempeñó por poco tiempo.

En 1911 fue nombrado Comisario (lo que hoy se entiende como Inspector) del floreciente y naciente caserío "La Envidia" hoy Fundación.


En 1914 y por intermedio de su sobrino el general José Rosario Duran López, adquirió de la viuda de Sergio Rosellón, las divisiones Civilizadas de la Finca "San Francisco de Fundación", acabándose de esta manera la disputa por la posesión del Predio. La viuda del general Rosellón desconocía, que el verdadero comprador era don Bernardo López.

El General Durán fue figura muy importante de esta región, fue determinante en el desarrollo del naciente pueblo de Aracataca: militar, empresario bananero y político, dirigió el liberalismo de Aracataca por más de cincuenta años.

Era tan influyente la figura del General Durán, que la llegada por ejemplo de los Márquez Iguarán (abuelos de García Marquez) a Aracataca no fue producto del azar, sino de una elección. El abuelo de Gabo tuvo, por lo menos, tres buenas razones para afincarse finalmente en Aracataca: desde los días finales de la guerra de los mil días, conocía la paz y la fertilidad de sus tierras y Aracataca era entonces uno de los centros álgidos de la explotación bananera, tenía allí amigos y ex compañeros de armas, como el general José Rosario Durán quien fue determinante en esas decisión. Así que, a finales de agosto de 1910, arribó con su familia, su servidumbre y sus numerosos baúles en el tren amarillo que el nieto haría célebre en sus novelas. Por ello la viuda del General Rosellón no dudó un instante en venderle la Finca San Francisco de Fundación (hoy Fundación) al General Durán.

Luego de esa adquisición, Don Bernardo López, legaliza los predios que había vendido mediante documento privado a los primeros pobladores del naciente caserío La Envidia y además comienza a lotear y vender otros, tales como la calle cuarta o de las Carreras, y todo el costado sur de la Envidia, contribuyendo enormemente a la conformación del mallaje urbano del nuevo poblado que luego se convertiría en Fundación.

Igualmente donó muchos otros lotes, como el del actual cementerio. Y su familia siguiendo su ejemplo donó el lote donde se construyó el parque el Carmen, así como el terreno donde se construyó el Hospital San Rafael y la Parroquia María Auxiliadora.

Lleva su nombre un importante Barrio de Fundación, como lo es el San Bernardo. Algunos de sus herederos aún conservan una franja de la Finca San Francisco de Fundación, como lo es la finca la Fe, ubicada en inmediaciones de la nueva planta de tratamiento de Agua potable de Fundación, frente al barrio Altamira, propiedad de los herederos de su hija María López de Vásquez.

Don Bernardo, fue un labriego que supo mezclar hábilmente su capacidad por el campo. Dejó su tierra luego del ambiente de desidia y abandono en que había quedado el país terminada la guerra de los mil días. Llegó a Aracataca motivado por su hermana, buscando un mejor porvenir y en estos suelos lo consiguió, primero en parte de lo que hoy es Buenos Aires y sus veredas y luego en lo que hoy es Fundación. Se dedicó a la ganadería y a los productos de pan coger, y sobre todo a forjar una gran familia, que goza de mucho aprecio entre los Fundanenses. 

Algunos descendientes de su familia han ocupado cargos de importancia en la ciudad, como su nieto Dimas Lopez González, que fue Alcalde y notario de Fundación, así como Santiago Campbell que fue Alcalde y su nieto Bernardo López Silva quien igualmente fue Alcalde, Orlando Vasquez que ha sido secretario de Despacho, entre otros.

Con el producto de la venta de su finca a la Colonia Penal en Buenos Aires, compra primero a Faustino Mojica y luego a la Viuda del General Sergio Rosellón la Finca San Francisco de Fundación, y con ello nace una nueva aventura y es la de dedicarse a lotear la finca, para todos aquellos en busca de vivienda, quienes atraídos por el Ferrocarril de Santa Marta, veían en el naciente caserío de La Envidia una oportunidad de vida y de actividad comercial.

Don Bernardo abrazó el protestantismo, y es quizás el primero en tener ese credo en el naciente poblado.


Murió a temprana edad (62 años) en Fundación, un 15 de marzo de 1925, y fue sepultado en el cementerio que el mismo había donado, pidiendo que sus despojos mortales fueran enterrados tres metros bajo tierra, para que nunca fuera sacado de ese lugar.









JUAN JACOBO RESTREPO GONZÁLEZ

Juan Jacobo Restrepo 


General de la República, del bando liberal en la guerra de los mil días. Nació en Andes Antioquia. Fue comandante de la V División de los Ejércitos Rebeldes del Cauca y del Istmo de Panama, bajo las órdenes del General Benjamín Herrera Cortés. Tuvo la concesión de la explotación aurífera del río San Juan en el Chocó en 1904. 

El presidente doctor Carlos E. Restrepo le nombró Director de la Aduana de Santa Marta desde diciembre de 1909; luego fue el primer Secretario General de la Alcaldía de Aracataca, desde el 20 de julio de 1912. 


También fue Inspector del Ferrocarril de Santa Marta desde abril de 1913.




Casa del General liberal, Juan Jacobo Restrepo

Se avecindó en La Envidia, donde en 1913 hizo construir una vivienda de madera-zinc que aún existe en la Plaza 7 de agosto.


Le adjudicaron la hacienda “Génova” en el Retén y adquirió muchas tierras.


Le compró a don Bernardo López Escalona, una porción de terreno de su finca San Francisco de Fundación, en donde construyó el Barrio “Las Tablitas” el 25 de julio de 1920. 


Sus restos reposan en el Cementerio San Miguel en Santa Marta, 


SÍMBOLOS MUNICIPALES FUNDANENSES



MUNICIPIO DE FUNDACIÓN
NIT : 891.780.045-1 
CÓDIGO DANE : 47288
GENTILICIO : FUNDANENSE

ESCUDO MUNICIPAL



El escudo de Fundación fue modificado durante la administración del Alcalde Libardo García Nassar, perdiendo valiosas referencias históricas y religiosas, como por el ejemplo el Alfa y el Omega que representaba a Cristo y lo reemplazaron por una inexpresiva cayena.



BANDERA FUNDANENSE


El significado de la bandera es:
AZUL: representan el color de nuestro cielo y las aguas de nuestro río Fundación. 
GRIS: Representa al municipio y atravesado por la vía férrea pilar en la consolidación de nuestro pueblo. Verde: el de nuestros campos fértiles , y lo prospero de la tierra Fundanense. 
BLANCO:  Las estrellas : identifican a tres corregimientos de nuestro municipio, Santa Clara, Santa Rosa y Doña María.


HIMNO DE FUNDACIÓN


Autor: RAFAEL SOLANO BROCHERO

CORO
Dios te salve Villa encantadora
rara joya de nuestra vasta zona,
digna eres de una gran corona,
pues tu nombre es de hidalga ciudad.

I


Tus virtudes y blasón de gran señora,
es historia vertida en tradición,
bendición que de Dios consoladora,
de la sierra al chimila triunfal.

II

En tus campos verdor, paz y labranza,
en tu urbe pujante acero y sol,
como brota del Divino la esperanza
así nace en tus hijos del amor.

III

De otros lares voló cual ave errante,
un patriota a esta tierra a trasplantar
la semilla que cual joya destellante,
en ciudad de Mojica a apuntar.

IV

Gran crucero surcado de caminos,
te conducen segura al porvenir,
aferrada orgullosa a tu destino,
sabedora de tu gloria en el confín.



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JUANCHO POLO VALENCIA

UN JUGLAR QUE VIVIÓ Y MURIÓ EN FUNDACIÓN






Figura icónica de la creación e interpretación vallenata.


El legendario JUANCHO POLO VALENCIA, nació un 18 de septiembre de 1918, en el corregimiento de Candelaria, más conocido como Caimán, en el Municipio del Cerro de San Antonio, Departamento del Magdalena y murió en Fundación un 22 de Julio de 1978, a los casi 60 años.

Los Polo, de origen español

Los padres del Juglar fueron Juan Manuel Polo Meriño (nació el 24 de julio de 1896 en Cerro de San Antonio – Magdalena, murió en Santa Rosa de Lima – Fundación – Magdalena, el 17 de junio de 1964) y María Del Rosario Cervantes Berdugo (nació en ‘Caimán’ en 1899, murió en Santa Rosa de Lima, el 31 de agosto de 1970)

Los abuelos paternos de Juancho Polo fueron Pedro Pablo Polo Estrada, de descendencia directa de españoles, y María De Los Ángeles Meriño; los maternos, Vicente Cervantes y Manuela Berdugo. El apellido Polo tiene sus raíces en Crevillente, provincia de Alicante, comunidad Valenciana, cerca de las ciudades de Elche, Alicante y Murcia, en el sureste de España. Aunque también se cree que el linaje de los Polo proviene de Francia o de Italia, recordemos al famoso explorador, mercader y navegante Marco Polo, quien nació el 15 de septiembre de 1254 en Venecia, Italia.

La familia no fue numerosa, Juancho solo tuvo dos hermanas: María Del Rosario Polo Cervantes (nació en ‘Caimán’ el primero de marzo de 1921, murió en Santa Rosa de Lima el 28 de febrero de 1999), y la menor, María De Los Ángeles Polo Meza (nació en Flores de María el primero de noviembre de 1925, murió en Maracaibo – Venezuela el primero de agosto de 2007).

Su hermana María Del Rosario, fue madre de los miembros del conjunto vallenato de Santa Rosa de Lima, llamado “Los Hermanos Polo”, que tuvieron vigencia musical hasta la década del ochenta.

Su nombre real

Su verdadero nombre era Juan Manuel Polo Cervantes y a los 6 o 9 años de edad, sus padres se lo llevaron a vivir a Flores de María, donde transcurrió su infancia. Otros afirman que su madre pasó su embarazo en Florez y solo para el parto se fueron para Caimán, y luego de bautizado, aproximadamente a los ocho meses volvieron a Florez, donde pasó toda su niñez


Se había ganado el remoquete de "Valencia" desde joven dada su admiración por el poeta Guillermo Valencia Castillo, de quien se le oyó recitar algunas piezas, y se dice que su padrino el terrateniente Andres Gamarra Meza así lo llamó para siempre. En su familia, sin embargo, existe la versión de que se ganó el apodo desde sus primeras horas de nacido porque llegó al mundo con la cabeza brillante y pelada, lo que de alguna forma evocaba al poeta payanés.

SU NACIMIENTO

La versión más aceptada es que para el momento del nacimiento de Juancho, su padre que solía dejar Caimán y adentrarse en la población Flores de María para dedicarse a las labores del campo y donde estableció su residencia, había hecho lo acostumbrado, su esposa María del Rosario estaba la merced de Dios en Caimán, con un embarazo a punto de dar a luz.



Zoraida Hernández Potes 
y Juan Álvarez Mejía.
Su madre atendía los trabajos domésticos del matrimonio entre Zoraida Hernández Potes y Juan Álvarez Mejía, para ganarse su alimentación. Sucede que ese septiembre del año de 1918, al llegar el parto del niño, su madre no contaba con la compañía de su esposo y mucho menos con recursos económicos. Doña Zoraida condolida extrajo de su baúl todos los objetos y prendas de vestir de su hijo que había nacido 5 meses antes, y se las regaló para tranquilidad de la madre del que sería el gran juglar de la música vallenata.


Juancho nace a las cuatro de la madrugada del 18 de septiembre de 1918, en el corregimiento de Candelaria (conocido como ‘Caimán’), municipio de Cerro de San Antonio, cuyo casco urbano se encuentra ubicado en el centro occidente del departamento del Magdalena, en una de las orillas del río Magdalena, mientras que en la otra, al frente, separados por la fuente de agua, se localiza la vecina cabecera municipal del Suán – Atlántico.

En el territorio del municipio de Cerro queda gran parte de la ciénaga de Cerro de San Antonio, donde en sus orillas se divisan varias poblaciones, que como aspecto curioso ninguna se conoce por su nombre real, sino como las bautizó la gente desde tiempos inmemoriales. Partiendo desde la cabecera de Cerro, en su orden se encuentran distribuidas así: Jesús del Monte (‘Mico’), Concepción (‘Cocosolo’), Candelaria (‘Caimán’), Bellavista (‘Moya’), Concordia (‘Malabrigo’) y Nuestra Señora del Rosario de Chengue (‘Chengue’, “ancón o población, adonde llegaron los piratas franceses en 1575”).

El corregimiento de Candelaria (‘Caimán’) está ubicado a 30 minutos de la cabecera de Cerro de San Antonio, a través de un camino de herradura, en malas condiciones, en especial en la entrada del pueblo, donde se convierte en una trocha intransitable, tiene tres calles largas y una mocha o corta. Sus habitantes celebran las fiestas patronales el dos de febrero de cada año, en honor a la Virgen De La Candelaria. “Se asegura que en 1875 los pescadores Francisco Pacheco y Gabriel Guerrero, partieron de su natal Suán – Atlántico, llegaron a realizar sus faenas en los predios donde hoy queda la población, pero se sorprendieron por la cantidad de caimanes que encontraron en la ciénaga, por lo que decidieron llamar al punto con el nombre de ‘Caimán’”, así lo asegura Marceliano Meriño, uno de los ancianos más ilustrados de la población, aunque la versión de ‘Joselito’ Blanco, quien fue cajero de Juancho Polo, era distinta: “mi bisabuelo Francisco Jiménez le puso ese apodo a este pueblo, por un caimán grandote que vivía en un caño cercano, salía por las noches, se metía en los patios y hacía estragos, puesto que se comía a los animales domésticos”.

La casa donde nació Juancho Polo está ubicada en la calle 2 No 1-37, en el barrio ‘La Candelaria’ o ‘Aquellos lados’, zona que se hunde en época de crecientes, cuando se desborda la ciénaga Cerro de San Antonio. En 1918, cuando nació ‘Valencia’ era una casita con paredes de bahareque y techo de paja, pero con el correr de los años las constantes arremetidas del agua, la deterioraron, por lo que sus nuevos dueños la construyeron con ladrillo.

Desde el año 2000 allí vive la pareja que conforman Lácides Castro Figueroa y Marta Luz Jiménez Muñoz, quien asegura que “esta casita todo el tiempo fue de mi tatarabuelo, ‘Papa Carrillo’. Aquí fue donde ‘posaron’ los padres de Juancho, cuando su madre llegó a ‘Caimán’ para parirlo. Al frente habitaba el señor José Blanco De La Cruz (q.e.p.d.), el que le tocaba la caja a Juancho Polo”. Aunque la mayoría de los ‘caimaneros’ aseguran que en la vivienda descrita fue donde nació el Juglar, unos pocos, como Juan Pérez Mejía (q.e.p.d.) y Marceliano Meriño Cervantes manifestaban que ‘Valencia’ nació en la casa ubicada cerca de la de Marta Luz Jiménez, donde en este momento vive la familia de Miguel Muñoz, allí funciona un Hogar de Bienestar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, donde les brindan atención a niños de padres de escasos recursos económicos, “esa casa era de la vieja María De Los Ángeles Meriño, abuela paterna de Juancho”, expresa Marceliano.



Monumento en Caimán 
En el barrio ‘El Bongo’ de ‘Caimán’, al lado del Cementerio, donde nace la calle 2 o Calle Central, hoy bautizada y reconocida como la ‘Calle Juancho Polo’, la cual conduce hasta la ciénaga Cerro de San Antonio, en un pedestal se encuentra el busto de Juancho Polo, el cual mandó a elaborar e inauguró Octavio Álvarez Caballero (q.e.p.d.), durante su periodo como alcalde de Cerro (1990-1992).

SU BAUTISMO

Partida de Bautismo
Nuestro artista recibió el sagrado sacramento del Bautismo un 14 de febrero de 1919, con el nombre de Juan Manuel, en la parroquia del Santo de Padua en El Cerro de San Antonio. El sacramento lo recibió de manos del sacerdote Juan Cañas; sus padres escogieron como sus padrinos a Alejandro Armenta y Antonia Heras. Su partida de bautismo aparece registrada en el Libro 10, Folio 317, Número 891, de la mencionada parroquia.


SU VIDA EN FLORES DE MARÍA


Tenía cerca de ocho meses de nacido cuando sus padres regresaron a Flores de María (entonces corregimiento del municipio de Pivijay, desde el 2002 del nuevo municipio de Sabanas de San Ángel), donde transcurrió su infancia y donde su madre María Del Rosario pasó todo el tiempo que duró su embarazo. “‘Mana Rosario’ siempre me decía que a Juancho se lo trajo para Flores de María, de ocho meses, después que lo bautizaron allá en Cerro”, afirma Teodosia Ceballos, una de las mujeres octogenarias de Flores de María.

Agrega Teodosia que “es que sus padres, pese a que vivían agradecidos con Flores, no olvidaban a la tierra que los vio nacer, ‘Caimán’, donde trabajaron en la finca ‘La Estancia’, de Pedro Verdorem, antes de mudarse para Flores de María. Esa era la costumbre de antes, irse a parir en la tierra de uno para que lo acompañaran sus familiares. Por eso creo que se fue para allá a parir a sus hijos Juancho y María Del Rosario. ‘Mana Rosario’ también pudo irse para ‘Caimán’ porque es que en Flores en ese momento no había una partera que la atendiera”.

“Yo no sé por qué insisten en decir que sus padres se lo trajeron para Flores a los 8, a los 10, a los 12 años, si es que ellos tenían su casa y sus pedazos de tierra acá, ellos nunca abandonaron sus huertas, de pronto la confusión se deba a que el señor Juan Manuel y ‘Mana Rosario’ lo llevaban constantemente a ‘Caimán’ y los viejos de allá lo hayan visto ya crecidito, eso es lo que yo creo”, afirma Teodosia Ceballos.

La historia personal y musical de Juancho está llena de contrastes, de dualidades, mientras que en Flores de María aseguran que sus padres se lo llevaron para allá cuando solo tenía ocho meses, en la tierra que lo vio nacer dicen que fue a los 10 años, así lo sostiene Marceliano Antonio Meriño Cervantes, nacido en ‘Caimán’, el 31 de mayo de 1923, “Juancho tenía 10 años cuando se lo llevaron para Flores de María, era un ‘chicuelo’ mayor que yo. No se me olvida que la máquina de moler de mi mamá era una piedra lisa, ella se ‘alevantaba’ temprano para machacar y apelmazar al maíz, los gallos comenzaban a cantar y yo le preguntaba que qué era ese alboroto, me respondía que era Juancho, muchachito inquieto, quien le correteaba esos animales a su abuela María De Los Ángeles”.


ESTUDIOS

Contrario a lo que se dice que era un iletrado, estudió parte de su primaria en la escuela de Monterrubio. Allí solía lucirse leyendo discursos de inspiración propia en ceremonias cívicas y en secciones solemnes. Ana Caba, Josefa Varela y Anaul Moreno fueron algunos de sus maestros.

SUS INICIOS EN EL FOLCLOR

Su papá le enseñó a tocar la flauta de gaita, pero Juancho, terminó inclinándose por el acordeón, era un acordeoncito pequeño de dos teclados, también de su padreque. Lo comenzó a ejecutar primero de oídas, aunque por un tiempo hizo parte de los gaiteros de su pueblo. Sus inicios en el acordeón datan del año 1936, cuando acompañaba esporádicamente a su amigo Ángel María, un acordeonero de origen sabanero que le inculcó este arte. 

De su tío Pedro “Pello” Polo, también tomó algunas clases, pero solo bajo la influencia del maestro Pacho Rada emprendió la consagración como ejecutante del acordeón de manera profesional. De origen campesino tocó el acordeón de puro oído, siendo un intérprete diferente a los demás acordeonistas, ya que su estilo no tiene imitadores, es un estilo único y original. Componía y cantaba incluso cuando salía con su sobrino Eudubaldo José a buscar materia prima para fabricar escobas de palma. Entonces comenzó a ser conocido en los medios rurales y empezó a forjarse una buena fama como verseador de notas sentidas por los lados del Magdalena y el Cesar. Este reconocimiento doméstico le mereció invitaciones a fiestas en la que se distinguía por su estilo cadencioso y lento en el que el acordeón era acompañado por una letra espontánea que a muchos se les antojaba extraña, pero que le salía del alma con la ayuda metafórica de la montaña, los valles y los pájaros. Para Alfredo Gutiérrez, por ejemplo, la más bella estrofa de Juancho Polo Valencia está precisamente en una de las canciones raras era el pájaro carpintero: El pájaro carpintero/ qué pájaro tristecito/ ese tiene algún misterio/ cuando rompe el palo con su pico.

Por donde iba, Juancho Polo se paseaba con su pinta estrafalaria de camisas multicolores y brillantes y pantalones de dril de botas de campana. A la cintura llevaba, por lo general, una correa ancha que se abrochaba al centro con una hebilla plateada. Tenía el cabello crespo y negro. Era delgado, y aunque por herencia tenía que ser moreno, lucía más bien pálido. Isaac Villanueva, por ejemplo, lo recuerda amarillo como si siempre hubiera tenido cirrosis, con apariencia de anciano pese a que cuando Víctor Moreno se lo presentó, Juancho Polo apenas había superado los 50 años de edad.

Desde muy joven, Juancho leía la Biblia con voracidad, y por testimonios de sus familiares más cercanos, se sabe que la canción Jesucristo con San Juan está relacionada con una interpretación muy particular que hizo del pasaje del bautizo divino. Incluso, alguna vez se le escuchó decir que Lucero espiritual era el Dios que él veía en la Biblia.

Con su acordeón, se encerraba por horas en su cuarto y componía canciones que iba escribiendo en hojas de cuaderno con cuidadosa caligrafía y con respeto por las normas idiomáticas. Para ese entonces, vivía con su hermana en una casa de tablas levantada en una esquina del corregimiento de Santa Rosa de Lima, a 10 minutos de Fundación.


Junto con su maestro Pacho Rada, y con los músicos Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez y Abel Antonio Villa, conformó el grupo de los que alegraban el Magdalena, palabras de autodenominación expresadas por el propio Rada en una entrevista. Su compadre Víctor Moreno, un peluquero cuya afición por el vallenato lo había llevado a acompañar a Juancho Polo en muchas parrandas a lo largo y ancho de la Costa, fue quien lo llevó a Barranquilla para que hiciera sus primeras grabaciones. Junto con el promotor de música Isaac Villanueva, lo llevaron casi a la fuerza a los estudios de Discos Tropical. 

En el año de 1966 grabó para Discos Fuentes las siguientes canciones: “Lucero Espiritual”, “Me Robaron el Sombrero”, “Sío Sío”, “El Duende”, “Niña Mane”, “Vení Vení”. En el año de1971 grabó: “Alicia Adorada”, “Si Si Si”, “El Provincianito”, “El Carro Ford”, “La Democracia”. Otras de sus canciones famosas son: “El Pájaro Carpintero”, “Casa Grande”, “Josefina”, “Mi Sombrero Blanco”.

EN EL FESTIVAL VALLENATO

Juancho Polo Participó en muchos eventos del festival de Valledupar, en algunos no se presentó a la tarima porque estaba borracho. Se recuerda el año 1972, cuando tuvo una frustrada presentación en el Festival de la Leyenda Vallenata, en el que no alcanzó llegar a la final. Ese año sus seguidores protagonizaron una pedrea en el lugar, porque fue descalificado. Nuevamente se inscribió en 1975, ante la oficina de Turismo del Cesar, entidad que en aquel entonces organizaba el Festival Vallenato, pero como no podía llegar el día señalado, sino al día siguiente, les comunicó a los organizadores por medio de un telegrama: “Imposible viajar, sigo esa". No fue rey vallenato, pero las veces que participó, contagiaba de popularidad a su gente, lo que obligó a las directivas del festival en 1977, declararlo fuera de concurso. Ese año se presentó con las siguientes canciones: “Pájaro Carpintero”, “Alicia Adorada” y “Lucero Espiritual”.

SU PRIMERA MUJER


Alicia Cantillo
Juancho Polo Valencia era uno de los trovadores más famosos del folclor Vallenato. Iba de pueblo en pueblo con su acordeón, animando fiestas y parrandas. A través de sus canciones, contaba historias, anécdotas propias y ajenas, daban cuenta de nacimientos, bodas y de velorios, convirtiéndose en corresponsal musical de toda la región.  Las giras de Valencia podían durar hasta dos meses y aunque le pagaban en ocasiones tocaba sin cobrar, o lo intercambiaba por alimentos, una cama o botellas de licor. Y apenas clareaba el día en lomo de bestia hacia un nuevo destino emigraba. En uno de esos viajes en la década del cuarenta, visitó a Concordia, y en ese poblado conoció una joven quinceañera, que lo impresionó por su belleza y dulces modales. De inmediato decide pretenderla y ella ilusionada por su voz, la rima del trovador, su forma de vestir de camisas de colorines, sombrero vueltiao, pantalones de terlenka y abarca tres puntá, le corresponde a sus encantos.

Se trata de Calixta Alicia Cantillo Mendoza, natural de Concordia, nacida un 14 de diciembre de 1922 y a la que llamaban solamente como Alicia. El disipado mozo de rasgos indígenas enamoró a tan hermosa doncella, y en vista de la oposición de los padres de la menor deciden fugarse. Felicidad Mendoza, la tribulada madre de tan inocente joven, consideraba a Juancho un borracho buena-vida, indigno de su bella hija y desolada lo llamaba: "El Maldito de la Verónica". A sus 16 años se la "Llevó a vivir", como decían antes, huyendo con ella en lomo de mula, primero hasta la población de "Caimán", y luego a Flores de María.

Flores de María era uno de los tantos pueblos que surgían alrededor de las enormes fincas, como la de Don Andrés Gamarra Sierra que poseía 35.000 hectáreas en ese sector. Era un pueblo sin caminos, sin colegio, sin autoridad y sin cura. En esa región, todo era itinerante: la salud, la partida de bautismo, los oficios religiosos, las parrandas. Si tenías suerte de enfermarte cuando estaba de paso el médico, podías salvarte. Si no, se dependía de la voluntad de las personas para atravesar los inhóspitos caminos y bajíos hasta llegar a Pivijay, que era lo más cercano, a cinco leguas de camino, un día de bestia.

La hermana de Juancho, Ana Polo Cervantes, contaba que su hermano llegó con Alcia a Flores, de la misma manera en que se la robó a sus padres en Concordia: a lomo de mula. Era una manera romántica y rebelde de escapar con el amor prohibido, en aquella Colombia primitiva y bucólica del siglo pasado.

Llegaron bajo el cielo discreto de un anochecer de grillos, la inocente jovencita provinciana con aquel gallo veterano, dispuestos a afrontar la incertidumbre de una vida en pareja. Era evidente que ambos tenían diferentes aspiraciones: Alicia se imaginaba una casita en el campo al lado del hombre que la divertía con sus ocurrencias, sus canciones y su acordeón guarachero. Valencia, en cambio, cabestreaba la cuerda de la mula que cargaba a su doncella inmaculada, como el trofeo de una hazaña, pero sin renunciar a su vida andariega y disoluta de la que nada ni nadie jamás pudo sustraerlo.




La llegada a Flores de María pronto definió las cosas. No hubo casa campesina, sino una pieza en la choza familiar, y mientras Juancho, ídolo de la región, pronto retomó sus andanzas, con sus recorridos a lomo de animal, con el acordeón al hombro y ausencias de hasta un par de meses.

Placa en el solar 
donde vivieron en Flores
Al poco tiempo de convivencia, los pueblos empezaron a reclamar al ídolo y Juancho fiel a su vocación en compañía de su acordeón salía hacer lo que mejor sabía. Alicia se quedaba en su rancho del estanque, esperando que no fuera larga su partida.
   En unos de esos viajes embarazada de su primer hijo la dejó, prometiéndole que no demoraría en esta ocasión. Pero pasaron los meses y Juancho Polo no aparecía, de vez en cuando llegaban informaciones de los lugares, cada vez más lejanos, por dónde estaba. Para Alicia, el trovador extendía la gira en su afán de ganar dinero para atender a su creciente familia. 

Para sus amigos en cambio, Valencia estaba de juerga en juerga sin apuro en regresar, por lo menos hasta llegado el momento de la venida de su primogénito. Pero Alicia por su mal embarazo partió a mejor vida, mientras que Valencia parrandiaba por las tierras rojas de Pivijay. Ella murió solita como dice la canción, invocando a su marido y a los santos de su devoción, mientras que todos en el pueblo culparon de su muerte a tan irresponsable progenitor. A los tres días del sepelio los habitantes de flores al caer la tarde escucharon las notas de un acordeón plañendo en el cementerio. Inmediatamente supieron que era Juancho el que había regresado. Subieron acompañarlo, encontrándolo sentado junto al túmulo de Alicia, cantando la canción que lo haría famoso, la que le había compuesto con el dolor abierto como una herida y la desolación causada por tan irreparable ausencia.

LA MUERTE DE ALICIA


La hermana de Juancho Polo manifestaba, que la salud de Alicia desde los primeros meses de su embarazo se resquebrajó. Se le hincharon las piernas y la retención de líquidos le produjo problemas en la circulación. Le recomendaron que guardara cama de manera permanente, lo que agravó su padecimiento. Le brotaron tumoraciones y hematomas. En su delirio, lloraba pidiendo a los santos que le alcanzaran su salud y en medio de las oraciones imploraba por el regreso de su furtivo compañero.

Era el año 1944, Alicia Cantillo con tan solo 20 años, estaba enferma de gravedad por los padecimientos de un mal embarazo y así la encontró Juancho al regreso de uno de sus viajes. Tan incapacitada estaba, que no podía levantarse, presentaba anemia, moretones en el pecho, piernas hinchadas y encías sanguinolentas. Primero la vio el doctor Herrerra, así como el único médico de la zona, el doctor Antonio Pimienta, de Canoa, el cual le recetó medicamentos que sólo podían adquirirse en Pivijay, a un día de camino por las trochas imposibles del invierno. Durante el embarazo poca atención había recibido la enferma, a la espera de que apareciera el marido errante.  Valencia con la receta medica en la mano, esa misma noche tomó camino hacia Pivijay. Pero Alicia entró en agonía y en medio de su tribulación le imploraba a los santos que no la dejaran morir, llamaba a Valencia y como éste no acudía acusaba a su familia de estárselo ocultando. 

Murió con aroma a jabón de monte, con dolores sin paliativos, con el desgano y la desesperanza que implica el embate de la pre-eclampsia, rodeada de personas extrañas, muy lejos de su familia y del hombre que amaba; esperando los medicamentos que nunca llegaron. Varios hombres de Flores salieron a lomo de bestia para Pivijay en busca de Valencia para comunicarle la noticia. 

Juancho cuando llegó a Pivijay en busca de los medicamentos, se había encontrado con sus amigos, éstos lo invitaron a que les animara una parranda y se tomara unos tragos, en el entretanto murió Alicia. Cuando llegaron los emisarios con tan mala noticia, lo encontraron en plena francachela, Valencia reaccionó aturdido, emprendiendo de inmediato el retorno. Y mientras el juglar recorría los caminos maltrechos del invierno con el alma despedazada, Alicia era objeto de un sencillo funeral en el cementerio de Flores de María. El pueblo, acostumbrado a la paz de su marginalidad, se había convertido de repente en un hervidero, cuyo sentimiento predominante era el rencor ante el marido irresponsable.

Milciades Gamarra, ganadero de la zona, que era un niño en esos tiempos, cuenta que Valencia llegó a los tres días del sepelio sobre un caballo, y con la borrachera viva. Cuando llegó a su casa sólo encontró la mesa del novenario, con sus últimas flores, la imagen del Sagrado Corazón y el rastro de cera de las velas sobre los candeleros improvisados. Hacía tres días que la habían enterrado. Crucita Gamarra (madre de Andrés Gamarra) y Digna Barragán llenas de rabia le salieron al paso, increpándolo fuertemente:

— ¡Juanchopolo irresponsable, mire lo que ha pasado por culpa suya!

Pero sin arrugarse por el reproche, Valencia ripostó con una frase altiva que más indignación causó:

— ¡Doña Crucita, deme una botella de ron pa’que vea lo que traigo!”.


Lo que traía era la composición Alicia Adorada, la canción que había compuesto en el camino. El repudio del pueblo por tan irresponsable actitud, provocó en el alma de Valencia un sentimiento de culpabilidad muy fuerte y con una botella de ron que doña Crucita le obsequió, se dirigió al campo santo y en el suelo sobre la tumba fresca de Alicia comenzó a ejecutar el acordeón la canción que lo haría famoso "Alicia Adorada". Eran las cuatro de la tarde.
Alicia Cantillo
Primera comunión

Varios de los viejos de Flores de María coinciden en el relato de aquel instante: 

El pueblo al escuchar los acordes de un acordeón, supieron que era Juancho que en el cementerio enarbolaba aquellas melodías, y dirigiéndose en silencio en un mar de dolor lo encontraron repitiendo una y otra vez la hermosa canción que acababa de crear. A Valencia le temblaba la voz, pero cantaba con determinación. Las notas de ese acordeón en aquel cementerio sin gloria, ubicado sobre una pequeña loma, fue testigo sin excepción de la primera interpretación de tan emblemática composición que de tanta gloria ha llenado al folclor. Por esos días trágicos no volvieron a ver sobrio a Juancho, quien a medida que pasaban los días le agregaba nuevas estrofas a su pieza musical. 

Luis Meza, uno de sus mejores amigos en el pueblo, utilizó la palabra “desmentizado” para referirse al Valencia de esos momentos. Pronto fue evidente que Valencia no se sentía cómodo cantando su obra maestra. En ocasiones comenzaba a intepretarla y no era capaz de terminarla, cayendo en un llanto profundo y lanzando retahílas de remordimiento. La muerte de Alicia trastornó por completo la vida de Juancho Polo, a partir de entonces se sumerge en el más completo abuso del alcohol y se despreocupa de su apariencia. Alicia Adorada fue la canción que Alejandro Durán interpretó, cuando se coronó como Rey Vallenato en Valledupar en el año 1968.

ALICIA DORADA

El mundo de poeta errante que llevó consigo y Alicia Cantillo, con su trágico fallecimiento prematuro a los 20 años de edad, generó en Juancho Polo esa alquimia de remordimiento e inspiración que lo condujo a crear esta obra maestra del vallenato de todos los tiempos, esa hermosa y lírica canción “Alicia Adorada”. Esta primera estrofa de Alicia Dorada, es inmensa y recoge una verdadera interpretación del mundo; y demuestra lo mucho que tenia de creador, lo mucho que sintió, la desesperación y la angustia por la pérdida de su compañera. Siempre la recordó en todas sus parrandas, porque se volvió bohemio y falleció con su canto parrandero y lleno de dolor:

“Se murió mi compañera, que tristeza,
se murió mi compañera que dolor
y solamente a Valencia, ay hombe,
el guayabo le dejó.”

El eco de la canción comenzó a correr por la comarca y así llegó a oídos del gran Alejandro Durán, quien unos años después la convertiría en punta de lanza de su repertorio para ganarse el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar.
Esta composición, la conoció Alejo Durán por el año de 1942, cuando “Juancho” Polo se la tocaba, se le aguaban los ojos, y en el año 68, cuando Durán gana el Festival Vallenato, se interesó más por esta obra musical.


Polo Cervantes, nunca se imaginó que Alicia, sería un éxito cuando se la interpretó en Barranquilla a Jaime Cabrera, y mucho menos, que Alejo arreglara el lamento más exitoso y grandioso de la música de acordeón, por esa nota clara y por la expresión linguística: “Ay Hombe”. Este homenaje a su mujer del alma, ha viajado por todo el mundo en las voces de cantantes extranjeros y nacionales. En Colombia sus más fervientes exponentes han sido: Alejo Durán, Jorge Oñate, Carlos Vives y Egidio Cuadrado.

El fantasma de Alicia adorada acecharía a Juancho Polo Valencia hasta el final de sus días, casi medio siglo después. Ya nada podía consolar a este hombre abrumado, perturbado eternamente por la culpa que lo perseguía como su implacable verdugo, ni aun cuando la canción se convirtió en una de las más famosas del folclor, Valencia se sintió cómodo con ella y casi siempre evitaba cantarla. Terminaría convertido en una miseria andariega, objeto de burlas callejeras. Tocaba en las esquinas por un trago de ron.

EN CANOAS

Luego de la muerte de Alicia trabajó como corralero en la finca El Amparo, corregimiento Canoa, municipio de Pivijay, de propiedad de Andrés Villa Bocanegra. Su patrón amante de sus cantos le regaló su primer acordeón profesional, el cual subido en las barandas del corral tocaba por las noches. En esta finca compuso muchas canciones que hoy son historias en el folclor vallenato. Más tarde viviendo en el municipio de Pivijay, hubo una época en que se volvió loco, en vista de esto el ganadero Alfonso Severini se lo llevó para su finca Nueva Esperanza, para que se rehabilitara.

EL APODO DE "VALENCIA"


Fue apodado 'Valencia' por ser el apellido de un poeta nacional y en vinculación con las virtudes del joven Juan para declamar poesía. Se comenta que este remoquete se lo colocó su padrino en el folclor, el ganadero y terrateniente Andrés Gamarra Meza, tomándolo de Guillermo Valencia Castillo (Popayán 1873 – 1943), quien fue un poeta y político colombiano, pionero del Modernismo en Colombia, además diplomático y candidato presidencial.

Juancho a sus 24 años decidió entonces adoptar el apellido Valencia en homenaje a su poeta favorito y desde entonces lo asume como segundo apellido en su nombre artístico, y así se le recuerda. El acordeonero Sebastián Polo Hernández, hijo del músico, cuenta que su padre siempre le hablaba de la gran admiración que sentía por el poeta payanés precursor de la poesía moderna en Colombia, Guillermo Valencia Castillo, fallecido en 1943, cuando Juancho contaba veinticinco años de edad. Por esta razón tomó el apellido Valencia, dejando en el olvido el de su progenitora María del Rosario Cervantes Berdugo, una señora blanca de facciones finas, nacida también en el corregimiento de Caimán y casada con Juan Polo Meriño, con quien tuvo dos hijos, el legendario Juancho y María.

ESTUDIOS


Su fama de poeta natural se veía fortalecida con la certeza popular de que no sabía leer ni escribir, cosa que nunca se preocupó por desvirtuar. Es verdad. Yo no sé ni la O , decía a sus amigos. Esta verdad pasó la frontera, hasta el punto en que todavía se le escucha decir al venezolano Pastor López: 

"Juancho Polo Valencia/ no tiene dientes ni tiene muelas/ no tuvo grado de escuela/ pero al cantar es la ciencia .

Pero contrario a lo que se cree, Juancho no era un iletrado, estudió parte de su primaria en la escuela de Monterrubio. Allí solía lucirse leyendo discursos de inspiración propia en ceremonias cívicas y en secciones solemnes. Ana Caba, Josefa Varela y Anaul Moreno fueron algunos de sus maestros.

Muchas personas se asombran de su firma, estampada en una dedicatoria que le hizo al maestro Marco T. Barros Ariza, el 29 de octubre de 1976. Definitivamente no asocian su vida desordenada con los trazos ordenados y constantes de la firma, que encierran excelente caligrafía y buen manejo de las letras. Es claro que el juglar fue un lector incansable, que gozaba cuando conocía una nueva palabra y su significado, la cual comenzaba a utilizar inmediatamente en conversaciones que él llevaba a un punto donde pudiera colocarla correctamente. Desde muy joven, Juancho leía la Biblia con voracidad, y por testimonios de sus familiares más cercanos, se sabe que la canción Jesucristo con San Juan, está relacionada con una interpretación muy particular que hizo del pasaje del bautizo divino. Incluso, alguna vez se le escuchó decir que Lucero espiritual era el Dios que él veía en la Biblia.

Con su acordeón, se encerraba por horas y componía canciones que iba escribiendo en hojas de cuaderno con cuidadosa caligrafía y con respeto por las normas idiomáticas. Varias de esas composiciones las hizo mientras vivía con su hermana, en una casa de tablas levantada en una esquina del corregimiento de Santa Rosa de Lima, a 10 minutos de Fundación. Escribía sus canciones en un cuaderno de 200 páginas, que en alguna mano amiga deben reposar, perdiéndose varias inéditas. Sus lecturas favoritas, la poesía y los temas religiosos, le sirvieron de fundamento para sus canciones más conocidas.
SU FAMA


Este hombre bohemio, de voz nasal, dueño de una particular figura y autor de giros literarios silvestres y enrevesados, es imposible hacer una genealogía de la música de acordeón que no lo ponga en un sitial privilegiado. 

Juancho fue un campesino humilde que lleno de música a Colombia e impuso el estilo vallenato, dejó en los amantes de este folklor los recuerdos del lírico compositor, que con su acordeón al hombro, su sombrero vueltiao, y sus abarcas tres puntá, nos embriagó muchas veces con sus sentidas notas musicales que gratamente escuchamos por doquier. Tuvo y llevó ese carisma durante mucho tiempo, sin ser publicitado, promocionado y comercializado por las casas disqueras, como tampoco conoció la arrogancia y la pedantería de muchos artistas que dicen llamarse “Figuras”. Toda su vida la pasó tocando, cantando y viajando como un Juglar, de esos que se recuerdan y tienen historia, con la diferencia que, a éste todavía no se le ha podido reconocer, porque las llamadas organizaciones de compositores no le hacen a nuestros artistas los verdaderos reconocimientos. Amenizó un sin número de parrandas sin cobrar un solo centavo; como solían ser las parrandas de esos “Tiempos idos”.

La fama de Juancho Polo Valencia resurgió gracias a la polémica desatada en 1968, en el primer festival de la leyenda vallenata, cuando el rey Alejo Duran desempolvó el tema Alicia Adorada, que Alejo había grabado en 1950 como de su autoría, sabiendo que el verdadero autor era Juancho Polo. Alejo Duran ante las críticas y disgusto de Juancho Polo, rectificó lo sucedido convirtiéndose esta canción en un éxito. La fama le llegó a la par con la vejez, caracterizándose por ser un hombre de peleas y desordenado con el licor; en muchas ocasiones retó con su música a los provincianos del Cesar y la Guajira, pero nunca le respondieron. 

Fue un gran verseador que correteaba a sus colegas de las parrandas, como le ocurrió al rey Alejo Duran en la finca de los Andrade en Fundación. Al decir de Abel Antonio Villa, en su época Juancho Polo se adelantó con su canto y estilo a las demás generaciones. Fue un compositor nato, solo interpretaba y grababa canciones de su autoría. El sombrero y las abarcas tres puntá, eran parte del atuendo del célebre maestro. Pocos músicos pudieron describirse a sí mismos con la gracia que lo hizo Juancho en su tema “Saludo a Venezuela” al decir: "Juancho Polo Valencia / no tiene dientes ni tiene muelas, / no tuvo grado de escuela / pero al cantar es la ciencia”.

Sin lugar a dudas, la obra de Juan Manuel Polo Cervantes ha dejado honda huella en lo referente a la creación y a la ejecución del vallenato. Al igual que ocurrió con muchos colegas de su generación, su maestro de acordeón fue Francisco “Pacho” Rada.

A Juancho Polo se le recuerda como un campesino trashumante, dedicado a cantar y a parrandear, siempre calzado de abarcas y luciendo su sombrero vueltiao. Su obra siempre causó (y causa) opiniones encontradas y despertó un abanico de sensaciones. Hay quienes todavía se preguntan qué quiso decir cuando habló de “este mundo historial” en su canción “Lucero espiritual”, o qué exactamente significa eso de enamorar a alguien “con tanta democracia”. Pero de la misma manera, nadie jamás podrá poner en tela de juicio el arresto de inspiración con la que logró muchos de sus versos. Entre esos, las bien recordadas y tristes cuartetas de “Alicia adorada” al decir: “Donde to’ el mundo me quiere / Alicia murió solita…/ Donde quiera que uno muere, ay hombe, / to’as las tierras son benditas”. No por nada el investigador Numas Armando Gil lo llamó “auténtico poeta de la metafísica”. 

Amante de la parranda, Juan Manuel Polo Cervantes se enteró, estando en una de ellas, de la muerte de su amada Alicia Cantillo de León. La historia menos condescendiente asegura que el mismo Valencia debía llevar hasta su casa los medicamentos que le hubieran salvado la vida a Alicia, pero que se había quedado enredado en una parranda en otro pueblo. 

Allí nació la inmortal “Alicia adorada”, que se convirtió inmediatamente en un éxito en la voz de Alejo Durán, quien reconocía que, cada vez que la escuchaba, se le aguaban los ojos. Esta canción llevó a Durán a coronarse Rey Vallenato en la primera edición del Festival y trajo la fama y los contratos para Juancho Polo, pero el licor fue su infierno personal, hasta llevarlo a la tumba. De su autoría también quedaron para la posteridad “Lucero espiritual”, “Marleny”, “La muerte es la que puede”, “Jesús Cristo caminando con San Juan”, “La pesadilla”, “La democracia”, “El paseo de Concordia”, “Josefina” y “Casa grande”.


SU OTRA ALICIA


Alicia María Hernández
Juancho tuvo otra Alicia, se trata de Alicia María Hernández Páez, natural también de Caimán, con quien contrajo matrimonio en la Parroquia de El Cerro San Antonio, un 29 de diciembre. 


Iglesia Cerro San Antonio
Mientras que con su inolvidable Alicia Cantillo no tuvo hijos, con Alicia Hernández procrearon dos: Sebastián "Chan" Polo Hernández, heredero de los secretos musicales de su padre, y Rosa Polo Hernández apodada "La niña Rosa". Sebastián “Chan” nació un 20 de enero, de 1944 en Flores de María. Fue criado en una finca de sus abuelos Juan Polo Meriño y María del Rosario Cervantes Berdugo.



“Chan”, de gran parecido físico a su padre, desde pelao ayudaba a su abuelo en los trabajos de la finca. Se hizo músico tardíamente, a los 35 años; y dirige un conjunto llamado “Los Herederos de Juancho Polo”, con el que toca por pueblos y fiestas familiares. Reside en Barranquilla, en donde por más de 20 años, se ha rebuscado en la Plaza de los Músicos. Su voz es idéntica a la de Juancho Polo y se ha preocupado porque la música de su padre siga viva. Rosa María Polo Hernández, la otra hija de Juancho Polo, siempre ha vivido en Fundación, acompañando a su madre Alicia Hernández Páez.

LA OREJA MOCHA


Ocultaba su oreja derecha con el sombrero
Este juglar vallenato que había nacido en Candelaria, población al que propios y extraños llaman Caimán. Fue un bohemio trashumante, bastante desordenado, y en sus correrías quedaron muchas anécdotas que lo dibujan como un hombre contestatario, polémico, terco, grosero, y agregan que era un peleador que no medía las consecuencias de sus riñas callejeras. Poco le interesaba el peso y la talla del contrincante para enfrentarlo por el mínimo motivo. Tal vez la más célebre de sus riñas ocurrió en la Semana Santa de 1950, se presume que fue en ese año, aunque el juglar no era claro sobre la fecha en que sucedió el incidente.

Juancho tenía unos 32 años, y después de una presentación en los campamentos de la finca Nicoya, en El Retén, corregimiento de Aracataca. Un negro bastante fornido a quien apodaban El Chino de Bolívar -cortador de caña en La Sombra, finca de Juan Vicente Calderón – quiso arrebatarle el acordeón y como resultado se liaron a los puños llevando Juancho Polo la mejor parte. El Chino, al ver que perdía la pelea ante un hombre delgado y tragueado, optó por morderlo en la oreja derecha cercenándole una buena parte, hecho que después lo obligaría a usar su sombrero ladeado para ocultar la huella dactilar de aquel mordisco.

Cuando comentaba la forma en que perdió más de la mitad de su oreja derecha, Juancho Polo casi volvía a experimentar el dolor del mordisco que recibió de El Negro. El juglar recordaba los minutos angustiosos que duró agachado en medio de la calle, cubriéndose con la mano el lado derecho de la cabeza mientras aparecían las personas que lo llevaron al puesto de salud.

Después le contaron que al verlo abatido en el piso, El Negro se apartó asustado, tomó el acordeón y echó a correr, pero no alcanzó a huir. El instrumento fue recuperado por los amigos del músico, no así el pedazo de oreja. Ese negro como que se la tragó , le contestó en una parranda a su amigo el compositor Alejandro Mercado Barandica, que le preguntó por el pedazo perdido. Polo, sin embargo, nunca entró en detalles sobre los motivos de aquella pelea. El significado de este hecho radica en que no sólo marcó para siempre la fisonomía del juglar, sino que completó la imagen que los amantes del vallenato recordarán por siempre: un hombrecito arrugado, con un sombrero sabanero tirado a la derecha que ocultara la lesión de la oreja, una camisa de colorines y un acordeón colgado al hombro.

SU LLEGADA A BARRANQUILLA

Con la oreja mocha  lo conocieron en Barranquilla en 1968, cuando su compadre Víctor Moreno, un peluquero cuya afición por el vallenato hacia que acompañara a Juancho Polo en muchas parrandas a lo largo y ancho de la Costa, fue quien lo llevó a Barranquilla para que hiciera sus primeras grabaciones y junto con el compositor atlanticense y promotor de música Isaac Villanueva, lo llevaron casi a la fuerza a los estudios de Discos Tropical.

Isaac Villanueva, fue el encargado de contactar a Juancho con Jorge Fortou, uno de los propietarios de la desaparecida Discos Tropical. Aquel arribo a Barranquilla representó la llegada del juglar al acetato, primero con Discos Tropical y luego con Producciones Machuca, casas disqueras con las cuales alcanzó a grabar los discos que hoy se le conocen.

Con su llegada a Barranquilla y sus primeras grabaciones, Juancho Polo puso el primer pie en la puerta de la popularidad nacional, pues si bien él era ya la muestra viva de que se puede combinar la inspiración de los grandes poetas con la irresponsabilidad total, las únicas personas que disfrutaban del privilegio de escucharlo eran las que participaban en las fiestas y reuniones que él animaba, pero que no alcanzaban a traspasar las fronteras de la Costa Caribe. Fuera de estas fronteras, algunos pocos sabían de él como compositor porque sus primeras obras, la mayor parte improvisadas en esas parrandas, habían sido dadas a conocer con el mismo sello Tropical a través de la voz de Alejandro Durán.

Gracias al acompañamiento del peluquero Víctor Moreno, se lograron las grabaciones de cerca de cien temas en acetato de 45 y 78 revoluciones por minuto. Desde entonces, el pálido cantautor adoptó, para grabar, el nombre artístico de Juancho Polo Valencia , el que todavía lo acompaña en la eternidad.

Juancho se sentía feliz cada vez que llegaba a Barranquilla y decía entusiasmado que era la ciudad más linda y sabrosa del mundo, principalmente cuando en la Calle 72 o en El Boliche, sus admiradores lo asediaban para escuchar ‘Alicia adorada’ y su lenguaje plagado de epígrafes extraños y muchas veces innecesarios. Víctor Moreno, el peluquero que fue su guacharaquero de muchos años y quien murió ciego en el barrio San Isidro, al final de los 90, lo definía muy bien: “Era un tipo jodido, que sólo hacía lo que quería”. Víctor también fue el compositor de las siguientes canciones grabadas por Juancho Polo: “Sio, Sio” o “La Gallina de Ramona”, “Angélica María”, entre otras.

EN FUNDACIÓN VIVE Y MUERE

Los últimos años de su vida los vivió en Fundación, atraído por su cultura cosmopolita y por la hojarasca de personas que se habían establecido en esta ciudad en razón al comercio que el tren dinamizaba. Como su hijo Sebastián vivía en Fundación, Juancho fue a vivir vivir a su casa. 

Fundación era en ese entonces un lugar a donde todos deseaban vivir, e intercambiar productos cultura y tradiciones. Se había convertido en centro comercial y despensa del Magdalena y Cesar, en ésta ciudad Juancho amenizó muchas parrandas y fue este suelo el destino final de su existencia. 


El ocaso de Valencia se había caracterizado por encrucijadas emocionales generadas por parrandas interminables, sueños en sardineles, abusos y francachelas, que le labraron en su ser huellas imborrables, aspecto físico endeble y deprimente, reputación mancillada por sus continuas trifulcas, y una dependencia alcohólica incontrolable, en la que se refugiaba para encontrar sosiego. Todo este desafuero le pasó la cuenta de cobro a la edad de 59 años, y tal como le sucedió a su Alicia, la muerte lo sorprendió “solito”, en un cuartico de invasión al frente de la casa de su hijo Sebastián, en el barrio la Esperanza de Fundación, una madrugada del sábado 22 de Julio de 1978.




Su velación


Fundación entera se vistió de luto y el lunes 24 de Julio, en medio de un sepelio multitudinario le dio su adiós a esta figura que hizo tanto por el Folclor Vallenato y que hoy se encuentra olvidado su legado.

SU MUERTE


Los recuerdos y el sentimiento de culpa tras la muerte de Alicia Carrillo, su primera esposa, lo habían convertido en un hombre solitario, que vivía sin saber vivir y que parecía encontrar en el licor y los aplausos de sus seguidores pequeñas dosis de felicidad que se evaporaban con el sopor de los tragos, cuando se hundía borracho en su hamaca. 


La muerte de Juancho, se recibió como una de las tantas anécdotas creada por él. El 16 de Julio estuvo amenizando las fiestas de la Virgen del Carmen en Aracataca, a los pocos días lo sorprende la muerte, como todo el mundo había previsto: en la miseria absoluta, en la soledad, cansado por tanto abuso, al lado de una botella de ron, sin dientes y sin muelas, pero con su sombrero y su acordeón.



Falleció en su Hamaca
Para entonces, Juancho Polo Valencia, el juglar del Vallenato, llevaba más de una década inmerso en una vida azarosa, sin rumbo, suicida, sin ambiciones, pero nunca había hecho lo que hizo esa noche calurosa de julio, después de beber sin desenfreno y de cambiar su talento por licor durante cuatro días consecutivos en las fiestas de Aracataca. 



Chan cuenta que su padre “Llegó cansado como a las diez de la noche del 21 de julio, me llamó, preguntó por mi mamá, pero no fue a verla. Se notaba que quería acostarse porque no quiso comer. Luego me llevó abrazado a su cuarto y me entregó su acordeón más valioso. Me pidió que lo reemplazara en una parranda en casa de la familia Cantillo, en el centro de Fundación, que lo acababan de contratar. ¡Eso no lo había hecho mi papá nunca!. Me pidió además que apenas llegara, lo llamara para ver cómo me había ido. Cuando llegué lo encontré muerto.


Su sepelio
Para las fiestas patronales de Aracataca de 1978, no había acordeonero o intérprete del vallenato que se atraviese a plantarle tema a Juancho Polo Valencia. Fue la sensación de esas festividades, aunque todos se lamentaban por la forma descontrolada como el apreciado juglar tomaba con desprecio su propia vida en cada sorbo de licor. Carmen Carmona la esposa de Sebastian narra: “Sabíamos que estaba en Aracataca por las noticias de la radio. Pero él se había ido una semana antes sin decir a donde iba. Por eso, cuando llegó ese 21 de julio a las diez de la noche, no nos causó impresión, aunque mandó a llamar a Sebastián enseguida”.

Juancho llegó silencioso, estaba sobrio, pero se le notaba agitado y preocupado. Se instaló en su habitación frente a la casa de su hijo y lo mandó a llamar con uno de sus nietos. “Yo estaba leyendo una revista y llegué pronto. Mi papá me miró con un inmenso amor y me entregó su acordeón como jamás lo había hecho. Me dijo ve a la parranda de la familia Cantillo y regresa. Me dijo que lo reemplazara, no que lo acompañara; por eso, aunque todos sabían que yo soy Sebastián, el hijo, esa noche, imité su voz y canté sus canciones como sólo él lo sabía hacer”, rememora. Y prosigue: “Esa noche sentí a mi padre en el pecho. Me fue muy, pero muy fácil lograr su tono de voz, parecía muy natural en mí. Cuando ya iban dos tandas, le dije a los asistentes que yo quería presentar mis canciones, pero no me hicieron caso. Me pidieron nuevamente Alicia Adorada, El Duende, El Pájaro carpintero, y así se terminó la parranda”, agrega.

Sebastián llegó a la casa a las dos de la mañana y se acostó. No quiso molestar a su padre y pensó: “Mejor le cuento mañana que me fue muy bien”, relató. A las cinco en punto de la mañana Carmen Carmona despertó a Juan, uno de sus hijos, y le puso una enorme taza de café tinto caliente en las manos: “Vaya y llévele a su abuelo”, le ordenó. El joven cuenta que llamó varias veces al anciano, pero no recibió la respuesta acostumbrada: “Ya va, ya va”. Preocupado, empujó la puerta de madera, que estaba asegurada al marco por un lío de alambres entorchados y metió su mano hasta alcanzar la punta de la hamaca, en la que sobresalían los pies de Valencia y la empujó. “Mami, mami, mi abuelo está muerto, porque esa hamaca está muy pesada y él no se mueve ni responde”, le dijo angustiado el joven a su madre. 

Multitudinario sepelio en Fundación 

Andrés Pérez, el guacharaquero de Sebastián, escuchó al niño y atravesó corriendo la calle sin pavimentar que separaba la habitación del juglar con la casa de los Polo en esa invasión. “Le pegó una patada a la puerta y la hizo volar. El viejo estaba muerto en su hamaca. Serenito, como si estuviera durmiendo. Ricardo De León regaló el cajón y fue enterrado en una bóveda prestada a los dos días de su muerte, en medio de una gran multitud.

Pero Juancho ni después de su muerte pudo descansar, fue enterrado en una bóveda prestada en el cementerio San Rafael. A los dos años, el propietario de la bóveda falleció y en la víspera del velorio se hizo urgente sacar los restos del ocupante temporal. Sebastián, su hijo, colocó como pudo los huesos del gran juglar vallenato en un costal de fique y esa misma noche, en medio de un aguacero, los trasladó a la casa de su hermana María, quien para ese entonces vivía en el corregimiento de Santa Rosa de Lima. En ese mismo lugar se encuentra aún sepultado, en una tumba sin lápida ni gloria al lado de su hermana. En una de sus últimas composiciones, titulada Jesucristo caminando con San Juan (Machuca, 1976), incluyó un verso premonitorio: 

“El día que Juancho muera
queda su pueblo de luto, 
bajará una nube negra
le llamarán el difunto”.

Hoy, mientras continúan surgiendo nuevas versiones de Alicia adorada, incluyendo una en ritmo de reggae de Carlos Vives, muy pocos cantan la última estrofa que Valencia le agregó en los días de la tragedia y que no es más que una síntesis de todo lo que encarna la pena y el dolor en el vallenato:

Cuando ya el alma se acaba,
se despide de este mundo,
y en aquel hueco profundo, 
ay hombe,
la vida se vuelve nada!.



SU HERENCIA

Aunque durante muchos años fue reacio a registrar sus canciones en los surcos de los vinilos, Juancho Polo dejó para la posteridad 21 discos de larga duración prensados entre 1971 y 1978 por sellos como Fuentes, Tropical y Machuca. Alicia adorada nos ha enseñado de qué intensa manera el vallenato es pena y dolor. Apenas lógico si traemos a cuenta las tres vertientes principales del género, cada una de las cuales tiene su propia manera de sentar sus manifiestos del dolor: el acordeón, de estirpe sajona, con sus pitos que son como alaridos quejumbrosos del alma del fuelle; la guacharaca, que aloja en sus brechas el dolor ancestral del continente amerindio; y la caja, con sus redobles que evocan funerales cantados en los palenques del Caribe. 

Desde luego que en todo el continente de la cuenca es factible hallar el dolor, en claras expresiones como el bolero y la bachata. Pero ninguno tan compenetrado con la tierra, ni tan materializable en la ruina de una tumba, ni tan asociado con personajes de carne y hueso, como el vallenato. Juancho Polo sentía, por su concepción metafísica, una inmensa admiración por el movimiento y perfecto comportamiento de los ciclos astrales; pensaba y tenía convicción plena de que “Como Dios en la tierra no tiene amigos, como no tiene amigos anda en el aire”, tampoco sabía y quería investigar dónde se escondía un lucero espiritual en el mundo historial, le preocupaba a cada momento “un duende ladrón que lo perseguía” y se imaginaba a “Cristo caminando con San Juan” buscando remedio para los hijos de Adán.

Sobre el río Jordán
cosa que nunca se ha visto
Cristo bautizó a San Juan
y San Juan bautizaba a Cristo.

De una visión bíblica, pasa en la misma canción a ponderar al navegante genovés, sin ninguna explicación, ya que aseguraba con pasmosa tranquilidad, cuando se le preguntaba por alguna inconsistencia en sus versos:

“yo no tengo que darle explicaciones 
a ningún preguntón”.
Cristóbal Colón tenía 
figura de un almirante 
y fue el primer navegante 
que atravesó la Oceanía.

Se sabe que Charles Baudelaire, el poeta maldito, fue amigo de la bohemia y las prostitutas, y que el poeta chiquinquireño Julio Flórez, se batía a décima limpia con Francisco Echeverría Hernández, poeta de Juan de Acosta, acompañados de una botella de Ron Blanco, remontando en sus largas cacerías las colinas escarpadas de Usiacurí, donde hablaban de la muerte y de lo insondable de la naturaleza, esa misma que siempre se impone al ser humano, que al final del cuento no es otra cosa que una “brizna al viento” ante su inmensidad y poder, como lo diría Barba Jacob, bohemio que murió tuberculoso en México y quien tenía la pasión y la amargura como fundamentos de su poesía.

Juancho Polo, también picado por la lírica, caminaba por estos senderos y gustaba de la poesía tanática, que tiene en nuestra región Caribe como máximo representante al olvidado soledeño, Gabriel Escorcia Gravini, creador de ‘La Miseria Humana’. Se batió a versos con muchos músicos del Magdalena Grande y pensaba de la vida lo mismo que Escorcia Gravini, cuando enfermo llegaba al cementerio de Soledad acompañado de su guitarra, a dejar plasmado en hermosas décimas, lo insignificante y grotesco de la vanidad humana.

Calavera a quien feliz / Besa la luna de plata / di: ¿Por qué te encuentras tan chata / si era larga tu nariz? / ¿Dónde está la masa gris / de tu cerebro pensante? / ¿Dónde está tu bello semblante / y tu mejilla rosada / que a besos en noche helada / quiso comerse un amante?.

Jamás se apoderó de una canción ajena y mucho menos de una melodía. Por eso se ganó el respeto de Pacho Rada, su maestro, de quien se alejó musicalmente para hacer su propio repertorio con notas diferentes. Su estilo para tocar el acordeón llegó a ser único, su nota melancólica, profunda e irremplazable, sus letras siderales y misteriosas muestran el perfil de un genio, a quien poco le interesaba lo común y rutinario. En la canción ‘Mujer de adorado pelo’ nos deja ver su capacidad para el manejo correcto del idioma y la poesía romántica y renovadora, siempre pensando en los astros y los fenómenos naturales:

Mujer de adorado pelo / con tu sonrisa de aurora / dime si el sol te enamora / para bajarlo del cielo / esa palma que retoza / siempre con los anhelos / me tiene lleno de celos / de odio, tristeza y agravios / siempre te besaran mis labios / mujer de adorado pelo.

Juancho Polo, continuando su línea trazada líricamente con ‘Lucero espiritual’, compuso el paseo ‘Más allá del bien y el mal’, un canto al sol, al que habla con profundo respeto y reconoce su grandeza como lo hizo también el poeta Theodore Fretjman, otro enamorado del astro. La canción fue grabada en 1978 bajo el sello Machuca y el juglar, que falleció el 22 de julio del mismo año, no alcanzó a escucharla en el acetato.

Yo estuve en el infinito / Vengo bajando esa loma / Ustedes van muy tristes / Y apenas la van subiendo / Como granizo se vienen desvaneciendo / Vienen frente a mí, vienen buscando mi sombra / No se pongan a tirarle piedrecitas a los rayitos del sol / Ni le miren la cara porque les quita la vista / no pasen esa pena ni sufran ese dolor / No se metan con el viejo sol / Que se van a morir sin pena / Ni se acerquen mucho porque los quema / Ahí mismito, con el resplandor / No se metan con el viejo sol / Ay, no se metan con ese viejo / que conoce el mundo y la sabana / aunque vayan lejos, muy lejos, requete lejos / Él los mira más allá de donde ustedes vayan / Con el sol resplandeciente / Ya no se puede hacer nada / Es el padre de la muerte / Es el as de la sabana / El sol es un viejo bacano / Que lo quiere todo el mundo / Con un haz de luz en la mano / Él no desprecia a ninguno.

A Juancho en definitiva hay que recordarlo por su originalidad y por su talento musical, capaz de crear melodías maravillosas de las que se nutren las nuevas generaciones. Fue un genio y ya se ha dicho con sobrada razón que la genialidad está a un paso de la locura.  Juancho se fue pero sigue muy cerca de nosotros, alegrándonos el alma con sus canciones sentidas. Seguramente al encontrarse con Alicia Cantillo en el más allá, le repitió la frase que miles de veces le dijo en la tierra a muchos amigos y seguidores: Esta mujer tiene una dentadura que vale plata




LA FUNDACIÓN JUANCHO POLO VALENCIA

El Profesor Miguel Madrid García, ha creado una Institución llamada: Fundación Bellas Artes Juancho Polo Valencia, con el propósito de ser una escuela de la música Vallenata entre los jóvenes de Fundación y promotora del folclor. A pesar del muy escaso apoyo gubernamental y privado ha dado muchos resultados en la memoria folclórica y cultural de esta ciudad, son muchos los jóvenes que han empezado su carrera artística en esta fundación y otros han desarrollado su espíritu cultural.


JUANCHO 
EL OLVIDADO



Este artículo de el tiempo del año 2008, con ocasión de los 30 años de la partida de Juancho Polo, sigue sin perder vigencia, puesto que ahora nos acercamos a sus 40 años y aún sigue olvidado, ni una buena tumba posee, ni lo han regresado al cementerio de Fundación de donde nunca debió partir.


El compositor Hernán Urbina Joiro dijo una frase que quizás sea la más contundente hoy a propósito de Juancho Polo Valencia: poco a poco la gente se ha ido olvidando de él.

Temas como Lucero espiritual y Marleny , se escuchan como si fueran nuevos, pero en la voz de Diomedes Díaz, y muy pocos, sin embargo, los relacionan con ese hombrecito flaco, de sombrero vueltiao, camisas de colorines y pantalones de terlenka que tocaba por los pueblos de la Costa, muchas veces tan solo a cambio de licor. 

Su muerte fue casi imperceptible. Uno de sus nietos fue a llevarle el café tinto mañanero, y Juancho Polo Valencia no respondió al llamado. Estaba profundamente quieto en la hamaca donde se había echado a dormir luego de tocar, la noche anterior, en las fiestas patronales del vecino municipio de Aracataca. Era la mañana del 22 de julio de 1978. Fundación, considerado uno de los pueblos más calientes del departamento del Magdalena, se quedó frío: Juancho Polo Valencia, había muerto. Le faltaban dos meses para cumplir 60 años de edad. Pero nació la leyenda. Su cara arrugada y pálida, el sombrero echado hacia la derecha para ocultar la oreja incompleta, y el acordeón colgado al hombro, se convirtieron en un ícono de la expresión pura del vallenato.

Su nombre real era Juan Manuel Polo Cervantes. Nació el 18 de septiembre de 1918 en Caimán, corregimiento del Cerro de San Antonio (Magdalena). Sin embargo, por una costumbre entre amigos de la época, fue apodado 'Valencia' por ser el apellido de un poeta nacional y en vinculación con las virtudes del joven Juan para declamar poesía. De manera que adoptó el "Valencia" como segundo apellido en su nombre artístico, y así se le recuerda. "Juancho Polo Valencia, no tiene dientes ni tiene muelas, no tuvo grado de escuela pero al cantar es la ciencia" , decía Pastor López en los 70. Y esa era la imagen que se tenía de este juglar, a lo que se sumaron el desorden, las parrandas eternas y las amanecidas en los sardineles, donde era frecuente encontrarlo sucio y borracho. 

La más famosa canción suya es, sin discusión alguna, Alicia Adorada, un lamento de reclamo a Dios por la muerte de su primera esposa, Alicia Cantillo, muerta de parto en el corregimiento de Flores de María, donde se había establecido con ella. Compuso la canción sobre la tumba de la mujer, y aunque muy poco la cantaba en parrandas porque se iba en llanto, alcanzó a llegar a oídos de Alejandro Durán, quien la interpretó en 1968 cuando se coronó Rey Vallenato en Valledupar.

En la producción de Juancho Polo Valencia se destacan Sí, sí, sí; El Paseo de Concordia, Lucero espiritual (para muchos, la más filosófica de todas), La muerte de Alfredo Gutiérrez, Niña Mane, El pájaro carpintero, el provincianito, La muerte es la que puede, y varias otras grabadas no sólo con su propia voz, sino por los artistas más destacados de la música vallenata. Las canciones originales que se conservan con su voz existen menos por su iniciativa y más por insistencia de sus propios amigos, como el promotor Isaac Villanueva (quien prácticamente lo llevaba a la fuerza a los estudios de Discos Tropical en Barranquilla), y su compadre Víctor Moreno. 

El primero es autor de varios de los temas que aún se escuchan en voz de Juancho Polo como La Prima, Vení, vení, y El sombrerito . Moreno compuso Angélica María y l Shió, shió, entre otras. Esta última es otra de las que grabó Diomedes Díaz en 1992. Por testimonios de sus familiares más cercanos, se sabe que la canción Jesucristo con San Juan es una interpretación muy suya del pasaje del bautizo divino. Incluso, alguna vez se le escuchó decir que Lucero espiritual era el Dios que él entendía en la Biblia. 

Su hijo Sebastián dirige un conjunto que se llama 'Los herederos de Juancho Polo', con el que toca por pueblos y en fiestas familiares. Su voz es idéntica a la del juglar y es quien se ha preocupado porque la música de su padre siga viva, pero sus intenciones de grabar no han pasado de allí por diversas razones. 

En Fundación Magdalena, donde Juancho Polo fue sepultado dos días después de su deceso, no se recuerda un cortejo fúnebre más multitudinario. Sus restos fueron trasladados, dos años después, a Santa Rosa de Lima, corregimiento a pocos minutos de allí, y donde Juancho Polo pasó parte de su juventud con su hermana María. 

Pero han pasado 30 años de aquella muerte, son otros tiempos y nadie parece recordar al juglar. La organización del Festival Vallenato, cuya historia está muy vinculada con Valencia así éste nunca lo haya ganado, no tiene previsto ningún evento especial. 

En las emisoras especializadas en la música del Cesar tampoco se tenía nada programado hasta ayer. Agustín Bustamante, quien realizó en los 90 una investigación minuciosa sobre la vida de Juancho Polo Valencia dice hoy, con algo de tristeza, que esta ausencia de homenajes pone en evidencia, una vez más, la necesidad de rescatar la verdadera dimensión del juglar. El filósofo Numas Armando Gil, quien se ha preocupado por descifrar los contenidos del folclor costeño, lo dijo hace unos años: ya vendrán las épocas en que a Juancho Polo Valencia lo recuerden como se merece, como un auténtico poeta de la metafísica.

JAVIER FRANCO ALTAMAR
El tiempo. Julio 22 del 2008.



REGISTROS GRÁGICOS








ENTREVISTAS


Investigación de 
Ernesto McCausland




JOSÉ BLANCO
El Cajero de Juancho. 
Aún vive en Caimán. 
104 años de edad en el 2016.



Ver también: HISTORIA DE LUCERO ESPIRITUAL




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